¿Es normal que mi esposo de 60 años tenga una doble vida familiar?

Nunca imaginé que mi vida matrimonial terminaría convertida en esta pesadilla. Descubrí que mi marido me engaña desde hace quince años. No es una simple aventura: mantiene dos hogares y tiene un hijo fuera de nuestro matrimonio. La verdad me golpeó como un vendaval helado, paralizándome por dentro. Estoy deshecha, sin saber hacia dónde mirar. Lo eché de casa, pero él sigue suplicando perdón de rodillas. Mi mente es un torbellino, el corazón hecho añicos. Tenía veintiocho años cuando nos casamos en nuestro pueblo cercano a Toledo.

Solo me lleva dos años. Nuestro amor sobrevivió infiernos: pobreza, discusiones, crisis. Por tormentosas que fueran las rachas, nos aferrábamos el uno al otro como náufragos a un salvavidas. Hubo épocas de comer pan duro, pero salimos adelante. Tuvimos hijos y la vida mejoró, como si el sol rompiera tras años de niebla. En los 2000, su negocio despegó: una cadena de tiendas de moda que generaba ingresos estables. Él lo controlaba todo, desconfiando incluso de los empleados. Yo me mantuve al margen, sin preguntar ni por los nombres de las dependientas. Y entre ellas encontró su vida paralela.

Una de ellas, joven y vivaracha, trabajó para él años antes de pedir la baja maternal. Sí, dio a luz a su hijo hace quince años. Mientras yo vivía en la ignorancia, él dividía sus días entre ambas familias. Tenía cuarenta y seis cuando nació ese niño; ella, treinta y tres. Así empezaron sus «noches de póker», «viajes de trabajo» y otras farsas. Hasta traía pescado fresco del mercado para cubrir sus mentiras. Sus supuestos viajes de compras a Francia eran escapadas con ellos. ¿Cómo pude ser tan ingenua?

Nunca sospeché. En todo ese tiempo, jamás dio señales de infidelidad. Cariñoso, atento, siempre presente… o eso creía. Lo más cruel: algunos amigos lo sabían desde el principio. Callaron, pensando que rompería con ella y volvería a mí. Qué equivocados estaban.

Tras Reyes, dejé mi empleo. ¿Para qué trabajar si su negocio nos mantenía? Pero pronto empezaron a cerrar tiendas —problemas legales, decía—. Él se encerraba en casa, irritable como un lobo herido. No entendía: ¡con nuestros ahorros podríamos vivir décadas! Un día se fue «por urgencias» y olvidó el móvil. Sonaba sin parar. Al ver un nombre masculino en la pantalla, contesté para avisar. Pero una voz femenina dijo:

—Cariño, ¿cuándo vuelves? El niño te echa de menos.

El suelo se abrió bajo mis pies. Tartamudeé: «¿Quién es? ¿Qué relación tiene con mi marido?». Ella respondió tranquila:

—Que Óscar te lo cuente. Lleva años posponiéndolo.

Al regresar, borracho como una cuba, ya lo sabía todo: quince años de doble vida. Me culpó a mí —«te centraste en tu salud, me descuidaste»—. Quiso «divertirse» con la dependienta, pero ella quedó embarazada. Tras el nacimiento, optó por no elegir. Resulta que abrió otra tienda en secreto, destinando sus ganancias a ellos. Mi dolor le importaba un bledo.

Ahora jura amor eterno, promete cortar con ella. Pero no renunciará a su hijo —«no puedo abandonarlo»—. Yo no soporto esta farsa. Cada mirada suya me envenena. Desconfiaré de cada suspiro, cada paso. La herida es demasiado honda. Solo veo una salida: el divorcio. Destrozó todo lo construido. ¿Cómo reconstruir sin cimientos?

Óscar implora otra oportunidad, pero ¿cómo concedérsela? ¿Vivir con quien mintió quince años? Lo miro y veo a un extraño. ¿Ustedes qué opinan? ¿Queda un rescoldo de esperanza? ¿O debo huir de este infierno antes de que me arrastre al abismo? Tiemblo en la encrucijada. Necesito consejo.

Rate article
MagistrUm
¿Es normal que mi esposo de 60 años tenga una doble vida familiar?