Encuentro Inesperado en el Mercado: Un Cambio Sorprendente

El sábado, en el mercado, me encontré con mi antigua suegra. Estaba muy cambiada, se había envejecido. Corrí hacia ella de inmediato, la saludé y comencé a preguntarle por su vida. No se quejaba de su hijo, pero supe enseguida que lo estaba pasando mal. Se fue, pero me pidió encarecidamente que la llamara al día siguiente. Me da pena mi exsuegra, viví en su casa durante 10 años y lo pasé muy bien con ella. Luego su hijo trajo a su nueva esposa y dijo que sería mejor que yo.

Viví con mi marido en la casa de la suegra durante 10 años. Pedro dijo desde el principio que no necesitábamos comprar nuestra propia casa, ya que su madre no tenía a nadie más aparte de él, así que seguramente la heredaríamos. Sus palabras me sonaron mal, no debería haber hablado así. Cuando comencé a vivir con mi suegra, noté que era una mujer muy tranquila y buena. De ella emanaba calidez.

Después de casarnos, mi marido cambió completamente su actitud hacia mí, y ni siquiera la llegada de nuestro pequeño hijo cambió nada en nuestra vida. No me sentía como en una relación. Solo con mi suegra podía hablar sinceramente. Nunca hablaba mal de su hijo, por respeto a ella, pero ella lo entendía todo. Me ayudó mucho con el niño durante todos esos años.

Llevaba a mi hijo al colegio y después a la escuela, siempre nos cocinaba. Pasaron 10 años, y mi marido, inesperadamente para todos, dijo que iba a solicitar el divorcio. Inmediatamente declaró que no se iba a ir a ninguna parte, que seguiría viviendo allí, ya que era su hogar. Y yo debía mudarme. Entonces, por primera vez, mi suegra intervino en nuestra conversación, pidió a su hijo que recapacitara, que salvara la familia, que pensara en el niño. Pero todas esas conversaciones fueron en vano, porque el hombre ya había tomado su decisión, no tenía la intención de escuchar a nadie. Me empaqué y me fui. Su nueva esposa se mudó con él. Yo alquilé una habitación con una señora.

Es difícil ahora, porque gano muy poco y vivimos con el niño en casa de otra persona. La mujer con la que vivimos no parece mala, pero tiene un carácter difícil, siempre hay algo que no le gusta, todo lo que hago está mal. Incluso mi hijo y yo hemos empezado a comer en nuestra habitación para no verla.

Un día, en el mercado local, me encontré con mi suegra, sus ojos estaban tristes. No se quejaba de su hijo, pero me di cuenta de que tampoco vivía sola en su propia casa. Tuvimos una conversación muy sincera, me pidió que la llamara. Siento pena por mi suegra y me la llevaría conmigo, viviríamos juntas, me ayudaría, es una buena persona, pero yo misma no tengo dónde vivir. ¿Qué puedo hacer?

Rate article
MagistrUm
Encuentro Inesperado en el Mercado: Un Cambio Sorprendente