El secreto oculto de la familia

El Secreto Familiar

Lucía, de cinco años, se despertó por el ruido y las voces en el piso. Aún era de noche cuando salió de su habitación y vio a varias personas de bata blanca junto a la cama de su madre. Elena yacía inmóvil, con los ojos cerrados.

Mamá, mamita susurró Lucía, asustada, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Mamá, despierta.

Vio cómo subían a su madre en una camilla y se la llevaban al hospital. Su padre, Javier, se quedó con ella. La noche anterior, Lucía había escuchado a sus padres discutir. Una y otra vez mencionaban el nombre de Clara, su tía, la hermana de Elena, que había muerto hacía tiempo. Lucía recordaba la foto de Clara colgada en la casa de su abuela Carmen, en el pueblo.

No entendía por qué discutían. Su madre lloraba, su padre alzaba la voz. Al final, todos se durmieron, y ahora algo malo le había pasado a su madre.

Papá, ¿qué le pasa a mamá? preguntó entre lágrimas.

Es su corazón, cariño respondió Javier con voz cansada. No puede alterarse. Vuelve a la cama, aún es temprano. Luego te llevaré al colegio.

Elena había empeorado durante la noche. Javier, dormido en el sofá, no se dio cuenta hasta que un presentimiento lo despertó. La tocó, pero ella no reaccionó. Asustado, llamó a urgencias.

Por la mañana, Javier llevó a Lucía al colegio.

Ve cambiándote tú sola y entra a clase le dijo, apurado. Esta tarde iremos al hospital a ver a mamá.

En el trabajo, Javier intentó distraerse, aunque el cansancio lo traicionaba. Rita, la encargada de logística y, en secreto, su amante, se acercó. Joven, vivaracha y atractiva, llevaban dos años viéndose. Todo empezó después de una fiesta de empresa. Javier era camionero de larga distancia, y Rita siempre lo esperaba a su regreso.

Elena, sin saberlo, sospechaba. El día anterior, se encontró con Pilar, una compañera de trabajo de Javier.

¿Tu marido ya volvió del viaje? comentó Pilar sin malicia. Ayer lo vi en el aparcamiento.

Elena se quedó helada. Javier no había llegado a casa.

Debí confundirme se excusó Pilar, dándose cuenta de su error antes de marcharse.

Esa noche, Elena lo confrontó.

¿Dónde estabas? ¡Volviste ayer!

¿Quién te ha dicho esa mentira? negó él, pero la discusión escaló. Lucía, desde su habitación, escuchó los gritos.

Al final, Javier confesó su infidelidad. Tal vez si no lo hubiera hecho, Elena no habría sufrido el ataque al corazón.

Por la tarde, fueron al hospital. Elena estaba pálida, conectada a un suero. Sonrió débilmente a Lucía, pero a Javier ni lo miró. Él ya había decidido irse con Rita, que esperaba un hijo suyo, pero no podía decírselo a Elena aún. El médico le advirtió: no podía sufrir más estrés.

Pasaron los días. Mientras Elena seguía ingresada, Javier no salió de viaje. Visitó el hospital varias veces con Lucía. Hasta que llegó Carmen, la abuela.

Lucía, quédate en tu cuarto le dijo. Necesito hablar con tu padre.

Al principio, todo fue en calma, pero luego las voces subieron. Carmen mencionó a Clara, y Javier respondió con dureza.

Carmen sabía de la infidelidad, pero cuando supo que Elena estaba en el hospital por eso, decidió actuar. Javier, arrogante, le espetó que no era asunto suyo.

Cuando dieron de alta a Elena, aún débil, Carmen les propuso mudarse al pueblo.

¿Y papá? preguntó Lucía.

No vivirá más con nosotras respondió Elena con tristeza. Cuando seas mayor, lo entenderás.

Javier se marchó con Rita y desapareció de sus vidas. En el pueblo, el aire puro ayudó a Elena, aunque su salud seguía frágil. Lucía, ya en el colegio, era feliz, pero notaba cómo su madre miraba la foto de Clara con nostalgia.

Un día, Lucía escuchó a Carmen hablando con una vecina:

El muy cobarde se fue con otra. Elena no está bien, le cuesta respirar

Lucía creció ayudando a su madre y a su abuela. Años después, Elena murió. Lucía, entonces en secundaria, y Carmen quedaron destrozadas. Iban juntas al cementerio, llevando flores silvestres.

Un día, Lucía, ya casi adulta, preguntó:

Abuela, ¿por qué me parezco tanto a tía Clara?

Carmen, enferma, le contó la verdad: sus padres biológicos eran Clara y Antonio, muertos en un accidente cuando ella tenía dos años. Elena y Javier la criaron como su hija.

Pero Elena te quería como una madre aseguró Carmen. Y Javier bueno, él tenía sus demonios.

También le confesó algo más oscuro: Javier había causado el accidente. Iba cansado, no vio la curva y chocó contra el coche de Clara y Antonio. Huyó sin ayudarles.

Lucía, conmovida, abrazó a su abuela.

Con los años, se graduó en Medicina y llevó a Carmen a vivir con ella en Madrid. Se casó con un compañero, David, y tuvieron gemelos, Pablo y Álvaro. Carmen los conoció antes de partir, rodeada de amor.

La enterraron junto a sus hijas en el pueblo. Lucía, al mirar las fotos de Clara y Elena, sabía que tenía dos madres. Y aunque ninguna estaba a su lado, su amor seguía vivo.

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