El exmarido promete un apartamento a su hijo, pero impone una condición: casarse de nuevo conmigo.

Mi exmarido promete un piso a mi hijo con una condición: que me case otra vez con él.

Tengo sesenta años y vivo en Salamanca. Nunca imaginé que, después de todo lo vivido y veinte años de silencio absoluto, el pasado volvería con tanto descaro. Y lo peor es que quien lo trajo de vuelta fue mi propio hijo, Dani.

A los veinticinco, estaba locamente enamorada de Javier: alto, gracioso, con un encanto que me hacía suspirar. Nos casamos rápido y al año nació Dani. Los primeros años fueron de cuento: vivíamos en un pisito modesto, soñábamos en voz alta. Yo era maestra, él ingeniero. Todo parecía perfecto.

Pero Javier empezó a cambiar. Llegaba tarde, inventaba excusas, se alejaba. Ignoré los rumores, los perfumes ajenos. Hasta que no pude más: me engañaba, una y otra vez. Todo el mundo lo sabía menos yo. Aguanté por Dani, pero una noche, al ver su lado de la cama vacío, entendí que había tocado fondo.

Hice las maletas, le cogí la mano a mi niño de cinco años y me fui a casa de mi madre. Javier ni pestañeó. Al mes, se fue a trabajar al extranjero, encontró a otra y nos borró de su vida. Ni una llamada. Crié a Dani sola: colegio, gripe, cumpleaños, universidad en Madrid. Trabajé hasta en tres sitios para que no le faltara nada. No viví mi vida, pero no me arrepiento. Él era mi todo.

Hace un mes, Dani llegó con una noticia: ¡se casaba! Pero su sonrisa duró poco.
Mamá necesito tu ayuda. Es por papá.

Se me heló la sangre. Mi ex había vuelto a España y ofrecía a Dani un piso heredado de su abuelo. Con una condición: yo debía volver a casarme con él y dejarlo mudarse a mi casa.

Me faltó el aire. Dani insistió:
Estás sola Papá ha cambiado. ¿Por qué no lo intentas? ¡Por mí!

Fui a la cocina. Tetera, té, manos temblorosas. Veinte años cargando sola. Veinte años sin que él preguntara. Y ahora vuelve con *regalitos*.

Regresé y dije tranquila:
No.

Dani estalló. Gritó que solo pensaba en mí, que le robé un padre, que ahora le arruinaba la boda. Callé. Cada palabra me dolía como un cuchillo. No sabía las noches en vela, el anillo de boda que vendí para comprarle un abrigo, los platos de lentejas que me saltaba para que él comiera carne.

No estoy sola. Tengo mi trabajo, mis libros, mis geranios, mis amigas. No necesito a quien me rompió el corazón y ahora vuelve por comodidad.

Dani se fue sin despedirse. Sé que le duele. Yo también quiero lo mejor para él, pero no vendo mi dignidad por metros cuadrados. Es un precio muy alto.

Tal vez algún día lo entienda. Yo esperaré. Porque lo amo. Sin condiciones, ni pisos, ni *peros*. Lo traje al mundo por amor, lo crié con amor, y no dejaré que el amor se convierta en moneda de cambio.

Y Javier que se quede en el pasado. Es su sitio.

Rate article
MagistrUm
El exmarido promete un apartamento a su hijo, pero impone una condición: casarse de nuevo conmigo.