El espejismo de un príncipe desvanecido…

**Diario de un hombre cualquiera**

El espejismo de un príncipe…

No era el príncipe de sus sueños.

Lucía conoció a David cuando este acababa de regresar del servicio militar. El chico parecía sacado de una revista de moda: alto, atlético, con ojos verdes hipnóticos y el pelo negro y rizado. Junto a él, Lucía parecía sencilla, aunque era dulce: rubia, de figura esbelta y sonrisa tímida. No podía creer su suertede todas las chicas, la había elegido a ella.

¿Qué ve en ti?susurraban sus amigas. Un hombre así no se queda mucho tiempo. Te dejará.

Pero Lucía solo sonreía. Creía en su amor. Iban al cine, a bailes, salían con amigos. David no elogiaba su aspecto, pero siempre estaba a su lado, y su tacto la hacía sentirse mareada. Cuando lo llevó a casa por primera vez, su madreMaría Joséfrunció el ceño. Más tarde, a solas, le susurró:

Un hombre guapo es de otras, hija. Rara vez son fieles. Espera antes de casarte, pruébalo. Parece demasiado de escaparate.

Lucía se enfadó. Confiaba en los sentimientos de David, no quería oír dudas. Pero su madre había plantado una semilla de inquietud en su corazón.

Poco a poco, David cambió. Primero el gimnasio, luego la natación, luego nuevos amigos. Lucía, para estar cerca de él, también se apuntó a entrenar, pero se sentía torpe entre chicas atractivas y musculosas. David miraba en su dirección, y ella volvía a casa antes, ocultando las lágrimas.

Eres frágil como una muñecase rio él una vez, cuando ella se resfrió tras nadar. Mejor quédate en casa con tus libros.

Las palabras le dolieron, y recordó a su madre. Sentía que David se alejaba. Más salidas solo, sin llamarla, sin invitarla, como si ya no existiera. Hasta que, simplemente, desapareció. Dejó de responder.

¿No te llama?preguntó su madre.

Nosusurró Lucía, volviéndose hacia la pared.

¡Vamos, levántate! ¡Vamos a la peluquería!ordenó María José. Un peinado nuevo es el primer paso hacia una vida nueva. Luego te haremos un vestido, que se te da bien.

Compraron tela, Lucía dibujó patrones, intentando olvidar. Los rumores sobre los nuevos amores de David llegaban a ella, pero resistió. Cuando, semanas después, apareció en un bailevestida de nuevo, ligera, radiantetodos miraron. Fue notada.

Un chico, Javier, modesto y sin pretensiones, empezó a cuidarla. No era un Adonis, pero sus ojos solo miraban a Lucíacon calidez y sinceridad. Un mes después, le pidió matrimonio.

¡Este sí que es un hombre!dijo su madre. Si se enamora, se casa. ¿Tú qué dices?

Aceptorespondió Lucía con calma.

¿Lo amas?

¿Cómo no? Es bueno, trabajador, fiel. Yo soy todo lo que necesitay solo yo.

La boda fue cálida, llena de alma. Lucía y Javier empezaron de cero: la primera silla, el primer plato. Al año nació la niña, y tres después, el niño. Familia, amor, felicidad.

Ya no pensaba en David. Solo oía historias de cómo dejó a su esposa, huyó con una amante y ahora vivía de aquí para allá. Lucía sonreía:

¿Lo nuestro? Solo un capítulo de juventud. Que sea feliz, si puede.

En casa la esperaban los niños y su marido. Y su madresabia, buena, la más querida. La que la salvó del verdadero dolor. La que le ayudó a encontrar su felicidad tranquila y verdadera.

Madre que no te falte nunca. Sin ti, la vida no brilla igual.

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MagistrUm
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