El Espectáculo
Hoy, Valeria esperaba con ansias el final de su jornada laboral, imaginando cómo saldría de la oficina y encontraría a su amado esposo, listos para ir juntos a su cafetería favorita. Allí se habían conocido hacía cinco años, precisamente en ese mismo día.
Salió corriendo del trabajo y lo vio junto a su coche, sonriendo.
—Hola, Javi —se abrazó a él mientras él le daba un beso en la mejilla.
—Hola, cariño. ¿Lista para ir al café? —dijo él, entre pregunta y afirmación. Ella rió feliz y asintió, esperando con ilusión su regalo.
Tras un rato en el café sin que él le entregara nada, Javier propuso:
—Vamos a casa, el regalo te espera allí —sonrió misterioso.
—¿Ah, sí? ¿Qué es? ¿Por qué no lo trajiste? —preguntó ella, sorprendida.
—Pronto lo verás y lo entenderás todo —respondió él con un guiño.
Al llegar, salieron del coche. Javier se acercó a un vehículo, pulsó el mando y lo abrió.
—Aquí tienes, amor mío. Es para ti, disfrútalo.
Valeria se quedó sin palabras. Jamás esperaría un coche como regalo. Se abalanzó sobre su cuello.
—Javi, ¡gracias! Siempre digo que tengo el mejor marido del mundo. Te quiero tanto.
Lo adoraba porque cada gesto de él demostraba su amor. Javier trabajaba sin descanso, a veces hasta fines de semana, para cumplir sus sueños: un chalet en las afueras y, después, formar una familia. Vivían en un piso de tres habitaciones que Valeria había heredado.
—Ahora es tuyo, cielo. Sabía cuánto lo deseabas.
En casa celebraron su aniversario y el nuevo coche, ya que en el café no habían bebido vino—Javier conducía.
Al día siguiente, Valeria llegó a la oficina en su flamante coche rojo. Sus compañeras la esperaban, curiosas por saber qué le había regalado su marido.
—Mi Javi me ha regalado un coche —dijo, cerrando los ojos un instante—. Es increíble. En cinco años, ni una sola pelea seria.
—Enhorabuena, ¡qué detalle tan maravilloso! —decían unas, mientras otras mascullaban envidia.
Entre ellas estaba Noelia, antigua compañera de Javier, quien siempre la había envidiado. Desde el instituto, estuvo enamorada de él. Mientras miraba a Valeria, pensaba:
—¿Por qué a unas todo y a otras nada? Ya verás cómo paga por esa felicidad.
Pero Valeria, ingenua, no entendía que la felicidad debe guardarse. No sospechaba que alguien planeaba arrebatársela.
Al final del día, Javier llamó para avisar que llegaría tarde por un trabajo urgente. Ella suspiró—era por su sueño del chalet.
Salió de la oficina y se dirigió a su coche.
—Vamos a casa, preciosa —murmuró, acariciando el volante.
De camino, entró en un centro comercial y compró un reloj de pulsera para Javier.
—Será un regalo perfecto —pensó, feliz.
Al llegar cerca de casa, frenó para aparcar cuando sintió un golpe sordo. Al salir, vio a un hombre en el suelo, agarrándose la pierna.
—Dios mío, ¿le he atropellado? Disculpe, llamaré a una ambulancia.
Él negó con la cabeza.
—No es grave. Solo un golpe.
Valeria lo invitó a subir a su casa para curarlo. Una vez allí, el hombre —Iker— no dejaba de mirarla. Al irse, vio una foto de Javier y preguntó, fingiendo sorpresa:
—¿Lo conoces? ¡Vaya! Bueno, claro, si estáis juntos en la foto. ¿Es tu hermano?
Valeria se quedó helada.
—¿Tú lo conoces?
—Claro, es el marido de mi hermana —sonrió—. Trabaja sin parar, siempre en obras, ahorrando para un chalet.
El mundo se le vino abajo. ¿Acaso Javier tenía otra familia? Las palabras de Iker le atravesaron el corazón.
Cuando Javier llegó, ella fingió dormir, incapaz de enfrentarlo.
Días después, Iker empezó a aparecer “casualmente”—frente a la oficina, cerca de casa— siempre con la misma sonrisa.
—No es coincidencia, Valeria. Esto es el destino.
En un café, ella le confesó la verdad.
—Javier no es mi hermano. Es mi marido.
Iker fingió indignación.
—¿Tiene dos familias? Mi hermana está embarazada de él. Deberías divorciarte.
Esa noche, Javier notó su distanciamiento y decidió hablar. Pero antes, recibió una llamada de su trabajo: lo habían llevado al hospital por un accidente.
Allí, un compañero —Luis— le confirmó que Javier trabajaba sin descanso por su sueño.
—¿Y su otra familia? —preguntó Valeria.
Luis se sorprendió.
—No tiene otra. Solo habla de ti.
Entonces, ella contó lo de Iker. Luis le recomendó denunciarlo.
La policía reveló que Iker era un estafador recién salido de prisión. Y, para su horror, hermano de Noelia, su compañera de trabajo. Ambos habían urdido un plan: separarla de Javier.
Noelia lo quería para ella y pagó a su hermano para que la engañara. Pero todo se desmoronó cuando Javier despertó en el hospital. Valeria, aliviada, le apretó la mano.
—Mi amor, el médico dice que te recuperarás. Te ayudaré en todo.
Poco después, Javier volvió a casa. Ella le dio el reloj, y él le prometió otro regalo.
—Valeria, ¿y si no esperamos al chalet para tener un bebé?
Ella sonrió, feliz.
—Lo deseo tanto…
—Te amo, mi vida —susurró él.
La felicidad reinó en su hogar, y meses después, nació su hijo. Estaban en la cima del mundo.