El autobús seguía su ruta habitual cuando de la nada apareció un perro y empezó a correr junto a él: todos quedaron impactados al descubrir el motivo

El autobús recorría su ruta habitual cuando, de repente, un perro apareció de la nada y comenzó a correr junto al vehículo. Todos quedaron impactados al descubrir la razón.
Cada mañana, el autobús amarillo de la línea 318 seguía el mismo camino. El conductor, un hombre tranquilo llamado Javier López, siempre puntual, cumplía con el horario sin fallar. La ruta atravesaba campos abiertos, una carretera recta y libre de tráfico. Los pasajeros eran casi siempre los mismos: algunos iban al trabajo, otros a la ciudad por recados, y unos pocos simplemente disfrutaban del viaje, mirando por la ventana.
Ese día, todo parecía normal. Javier conducía relajado, la radio sonaba suave en los altavoces. El sol brillaba en un cielo despejado. Los pasajeros charlaban distraídos, algunos medio dormidos, otros absortos en sus móviles.
De pronto, como surgido de la nada, un perro apareció en la carretera.
Era un golden retriever, grande, peludo, con un pelaje brillante y una velocidad increíble. Corría junto al autobús, primero en paralelo, luego zigzagueando, como si intentara llamar la atención. Sus orejas ondeaban al viento, la lengua fuera.
El ambiente en el autobús se animó. Alguien se levantó. Un chico joven junto a la ventana sacó su móvil y empezó a grabar. Una mujer con gafas rió:
¡Mirad! ¡El perro está corriendo junto al autobús!
Seguro que ha perdido a su dueño dijo un señor mayor.
Pero algo no cuadraba.
El perro aceleró de repente, adelantó al autobús y se plantó justo delante, ladrando y gruñendo. Javier no tuvo más remedio que frenar bruscamente. Los neumáticos chirriaron, el autobús se sacudió y se detuvo.
¿Qué pasa? gritó alguien.
¿Por qué actúa así? preguntó otra voz.
¡No nos deja seguir! exclamó un pasajero.
Las puertas se abrieron, y varios viajeros bajaron, acercándose con cuidado al animal. El perro no retrocedió ni huyó. Se quedó quieto, mirándolos fijamente.
Entonces ocurrió algo terrible, y todos entendieron por qué el perro se había comportado de manera tan extraña.
Y entonces ¡BOOM!
Una explosión ensordecedora. El autobús saltó por los aires con tal fuerza que el suelo tembló. Las llamas estallaron, los cristales estallaron en mil pedazos. Los que habían bajado junto al perro sobrevivieron. Shock. Gritos. Alguien cayó de rodillas. Otro se tapó la boca con las manos.
Estaban a solo unos metros de la muerte.
Y el perro no se fue. Se quedó allí, como si lo supiera.
Javier, tembloroso, cogió su móvil con manos inseguras, miró los restos del autobús y susurró:
Nos salvó ¿Pero de qué? ¿Quién hizo esto?
La policía inició una investigación para encontrar a los responsables y descubrir cómo el perro había sabido lo que iba a pasar.

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El autobús seguía su ruta habitual cuando de la nada apareció un perro y empezó a correr junto a él: todos quedaron impactados al descubrir el motivo