Después de ocho años de amor, se marchó… Dijo que “será lo mejor”.

Después de ocho años de amor, él simplemente se fue… Dijo que «sería lo mejor».

Hola. Me llamo Valentina, tengo 27 años, vivo en Madrid, y ahora mismo estoy en ese estado en el que el alma parece gritar, pero nadie escucha. Lo que me pasó puede parecer una historia común, incluso banal. Estoy segura de que hay miles así. Pero cuando el dolor te toca a ti, deja de ser cotidiano o familiar. Te destroza por dentro, te quita el sueño, y no sabes cómo levantarte por las mañanas.

Pasé ocho años con la persona que creía sería mía para siempre. Se llamaba Alejandro. Nos conocimos cuando apenas tenía diecinueve años, y desde entonces no nos separamos ni un día. Juntos vivimos de todo: nuestro primer piso alquilado, la pobreza universitaria, las noches en vela antes de los exámenes, los primeros trabajos, los primeros errores. Crecimos juntos. Me conocía como nadie. Creía que, si algo era eterno, éramos nosotros.

Y entonces, hace una semana, todo terminó.

Simplemente se sentó a mi lado y dijo:
—Valen, quiero que terminemos. Ya no siento que tengamos futuro. Te quiero, pero ya no es lo mismo… Necesitamos separarnos. Será lo correcto. Será mejor para los dos.

Me quedé helada. El aire de la habitación parecía haberse esfumado. No entendía qué pasaba. No habíamos discutido. No hubo infidelidades. No hubo drama, traición ni mentiras. Creía que éramos felices. Todas las noches me decía que me quería. Todas las noches me abrazaba al dormir. ¿De verdad todo fue mentira?

Le pregunté: —¿Hay alguien más?

Bajó la mirada: —No. Es solo que… todo cambió. No puedo explicarlo. Ya no siento lo que sentía antes.

Y yo sigo sintiendo. Lo amo. No como en la juventud, con locura y un huracán en la sangre, sino de otra forma: profunda, tranquila, como el aire, como la costumbre de respirar. Él era mi familia. Era mi persona. O al menos eso pensaba.

En mi cabeza hay mil preguntas. ¿Miente? ¿Se enamoró de otra? ¿O se asfixió en la relación y le dio miedo la responsabilidad? ¿Alguien le dijo que a los treinta la vida apenas empieza y decidió que yo era parte de un guion viejo que hay que tachar?

Pero… ¿por qué no dijo la verdad? ¿Por qué me dejó en este vacío donde todo se rompe pero no hay nada a lo que aferrarse?

Intenté hablar con él. Le rogué que me explicara. Quería entender. Quería que al menos me diera una oportunidad: luchar, recuperar lo perdido, intentarlo de otra forma. Pero él estaba tranquilo. Demasiado. Y esa calma me mataba más que nada.

Me dijo:
—Simplemente llegamos al final. No busques culpables.

Pero si no hay culpables… ¿por qué me siento castigada?

Ahora estoy sola. Llego a casa y todo me recuerda a él. Ahí está su taza, la que nunca lavaba. Ahí su almohada, que no puedo tirar. Ahí su cepillo de dientes, que no tengo corazón para botar. Hasta el silencio en el piso suena a su voz.

Trabajo, salgo, sonrío a los conocidos. Todos creen que estoy bien. Pero por dentro hay un vacío que pide a gritos salir.

Leo historias de otros en internet. Algunos sobrevivieron a una infidelidad, otros a la muerte de un ser querido, otros a un divorcio con hijos. Intento convencerme de que mi dolor no es el peor, de que lo superaré, de que el tiempo lo curará. Pero por ahora no duele menos.

Lo que más duele no es la pérdida, sino no entender. Éramos un equipo. Éramos uno. ¿Cómo pudo simplemente… irse? Sin explicaciones. Sin intentar salvar nada. ¿Cómo pudo amarme ocho años y así… ponerle punto final?

No escribo esto para compasión. No. Solo no sé cómo soportar este silencio. Esta imposibilidad de entender. Esta pregunta sin respuesta: ¿por qué?

Si alguien ha pasado por algo parecido… dime, ¿cómo lo superaste? ¿Cómo volviste a creer que el amor no es un capricho, no es algo pasajero, sino real?

Aún no sé cómo seguir. Pero sé una cosa: yo no fingí. Lo mío fue verdadero. Y si él no supo conservarlo, entonces él perdió más que yo. Porque yo aún sé amar. Y él… solo huyó.

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MagistrUm
Después de ocho años de amor, se marchó… Dijo que “será lo mejor”.