Después de cuatro años juntos: ¡Aplastada y humillada por mi sobrepeso!

Tras cuatro años juntos: ¡Él me humillaba por mi peso!

Me llamo Lucía Martínez y vivo en Alcalá de Henares, donde los canales serpentean entre edificios antiguos de Castilla-La Mancha. Jamás imaginé que mi vida se convertiría en una pesadilla. Rompimos. Cuatro años y tres meses compartiendo risas, lágrimas y sueños. Ahora estoy sola, con el corazón hecho añicos. Dirán: «¿Y qué? La gente se separa cada día». Sí, pero no perdonaré su traición: una puñalada trapera que clavó con sonrisa fría.

Todo era casi perfecto. Había discusiones, pero nunca escándalos. Vivíamos en armonía hasta que la vida me golpeó. Por una tragedia personal, empecé a engordar. No era una modelo, pero tenía una figura esbelta. Los kilos aumentaron, y mi novio —ahora ex, Javier— se convirtió en mi verdugo. Me ridiculizaba, como si yo no valiera nada.

No dudaba en burlarse en público. Recuerdo una fiesta: ebrio, bromeó sobre mis «michelines», señalándome ante las risas de todos. Sus excusas borrachas no aliviaban el dolor. Los últimos meses lloré más de lo que sonreí. Él conocía mi lucha, cada detalle de mi infierno, y aún así me pisoteaba como basura. Cada comentario agravaba mi angustia.

Una mañana, exploté. Con el pecho oprimido, grité: «¡Vete!». Ni parpadeó, como si lo esperara. Recogió sus cosas en silencio y se marchó. Tras cuatro años, me abandonó a mi suerte. Me quedé vacía, con preguntas sin respuesta. ¿Había otra? No vi señales: ni llamadas ni encuentros secretos. ¿Encontró a alguien delgada, radiante, todo lo que yo ya no era?

No busco consejos ni lástima. Solo expulso este dolor que me quema. Javier destrozó mi amor y mi autoestima. Cada mirada burlona, cada palabra sobre mi peso, son cicatrices. No olvidaré sus risas ante otros, su desprecio, como si dejara de ser mujer. Sabía que luchaba contra mis demonios, pero en vez de apoyarme, me hundió más. Se fue sin mirar atrás.

A veces lo imagino con otra: etérea, de cintura fina y risa contagiosa. ¿Soñaba con ella mientras yo engordaba? Esa idea me carcome, pero ignoro la verdad: me destruiría. Cuatro años entregándole amor, calor, alma… y él me escupió, buscando nueva vida. Me dejó con kilos de más, rencor y la certeza de no merecer felicidad.

Pero resistiré. Sé que superaré esto. Entre lágrimas, hallaré fuerzas para levantarme. Cada día odio mi reflejo: no por el peso, sino por permitir que me quebrara. Él se fue; yo quedo luchando contra su voz en mi cabeza: «No vales nada». Solo pido que este infierno termine. Que las heridas cierren, que vuelva a sentirme viva. No lo perdonaré, pero sobreviviré… por mí.

Rate article
MagistrUm
Después de cuatro años juntos: ¡Aplastada y humillada por mi sobrepeso!