¡Después de 7 años planeando nuestra boda, me traicionó de la peor manera!

Tras siete años planeando una boda con el hombre de mi vida, él me clavó un puñal por la espalda.

Me llamo Lucía Hernández y vivo en Toledo, donde el Tajo serpentea entre casas centenarias. Mi historia puede parecer sencilla, pero me desgarra el alma. Iba a casarme con quien creí mi destino, y me traicionó de un modo que aún me quita el aliento.

Conocí a Alejandro hace siete años. Ni una discusión, ni un día sin complicidad. Éramos como dos almas gemelas. A los cuatro meses me mudé a su casa en Madrid; no soportábamos estar separados. Forjamos mil recuerdos que llevaré tatuados hasta el último latido. A veces jugábamos como críos: risas, carreras, escondites entre las calles del Rastro. Otras veces nos amábamos con una urgencia que nos dejaba temblando, como si el mundo fuera a acabarse.

Nunca sentí algo así con nadie. Alejandro era mi roca: protector, tierno, el dueño de mis noches y amaneceres. El 15 de agosto cambió todo. Me despertó con tostadas con tomate y café humeante. Después, el tiempo se detuvo entre sábanas. Estábamos de vacaciones en Mallorca: playas de aguas turquesas, atardeceres de oro. Una fantasía.

Mientras él se duchaba, llamaron a la puerta. Un repartidor me entregó un ramo de rosas rojas y una nota: «Te amo. A.» El corazón me saltó. Bajamos a la playa, pero en recepción otro joven me dio otra rosa. Seis personas más nos siguieron regalando flores hasta la orilla. Siete pétalos por cada año juntos. Alejandro sonrió picarón: «Quería sorprenderte.» Al caer el sol, entramos al mar. De pronto, se arrodilló entre las olas: «¿Lucía, serás mi mujer?» El pecho me estalló. «¡Sí!», grité entre lágrimas, abrazándolo mientras la marea nos mecía.

Todo se derrumbó en diciembre. Tras un viaje de trabajo a Valencia, volvió distante, con mirada helada. Tres días después confesó entre sollozos: una noche de copas, una compañera, un error. Mi universo se hizo añicos. El hombre que juraba que yo era su norte me rompió con una puñalada trapera. Al día siguiente, recogí mis maletas. Él suplicó, gritó que era un desliz… pero me marché.

Llamadas. Lágrimas. Días vagando por Toledo, viendo parejas de la mano y sintiéndome fantasma. Aún lo quiero, pero el rencor me envenena. Nos vimos tres veces. Cada vez quise correr a sus brazos, pero me contuve. Es como un fuego que me consume. Anhelo volver a cuando éramos felices, pero temo que la herida se abra de nuevo. Camino sin rumbo, preguntándome: ¿dejarlo atrás o darle otra oportunidad? El dolor no cesa. Necesito consejo… ¿Cómo sanar cuando el amor duele más que el olvido?

Rate article
MagistrUm
¡Después de 7 años planeando nuestra boda, me traicionó de la peor manera!