Tras 16 años juntos: ¡mi esposa se llevó el dinero de la casa y se fue!
Saludos a todos los que leen mi historia.
Me llamo Alejandro y quiero contaros cómo, en un solo día, se vino abajo el mundo que construí durante largos 16 años.
Soy padre de dos hijos: mi hijo mayor, Marcos, que ahora tiene 14 años, y mi hija pequeña, Lucía, que apenas tiene 9. Los crío solo. Y sabéis, a pesar de todo el dolor y la traición, no me arrepiento. Ellos se han convertido en la única luz que su madre nos dejó después de destruir nuestro hogar.
A menudo se dice que los hombres traicionan, abandonan, engañan… Sí, sucede de todo. Pero nunca pensé que me encontraría al otro lado de esta historia.
16 años creyendo en mentiras
Conocí a Olga cuando era joven y lleno de esperanza. Nos enamoramos, hicimos planes, soñábamos con un hogar, con hijos, con una vida tranquila y feliz. Trabajé sin descanso para proveer a la familia, para darles a los niños lo mejor.
Compramos un piso, no de inmediato, claro. Durante años invertí cada céntimo, trabajé horas extras, viajé al extranjero para labrarme un futuro. Creía que todo iba bien. Olga, pensaba, se ocupaba del hogar, cuidaba de los niños.
Pero resultó que tras esa ilusión se escondía una verdad terrible.
Traición de la que no sospechaba
Un día, me fui a otra misión al extranjero. Todo fue como siempre: un beso antes de salir, deseos de buena suerte, promesas de que los niños me esperaban en casa.
Semanas después, recibí una llamada: la profesora de mi hijo me telefoneó en pánico. Dijo que los servicios sociales habían sacado a los niños del colegio y que su madre había presentado una denuncia afirmando que yo no era capaz de cuidarlos.
No podía creer lo que oía. Volví a casa como un loco. Ya en la frontera con España, estaba temblando de preocupación y miedo: ¿qué había hecho? ¿Qué pasaba con mis niños?
Cuando llegué a la ciudad, la escuela ya estaba cerrada y los niños se encontraban en un centro de acogida. No pude ni siquiera verlos.
Lucha por mis hijos
Comenzó una lucha atroz. Tuve que demostrar que era un padre normal y responsable. Cientos de documentos, inspecciones, juicios… Contraté abogados, pasé por decenas de interrogatorios.
Semanas después, finalmente recuperé a mis hijos. Recuerdo ese momento cuando corrieron hacia mí, llorosos, asustados. No entendían por qué su madre los había dejado, por qué los habían llevado a un lugar desconocido.
Pero la pesadilla no acabó ahí.
¿Dónde está nuestro dinero?
Volví a casa, pero se había ido… El banco se había llevado el piso por impago.
¿Cómo fue posible? ¡Habíamos ahorrado dinero, yo enviaba transferencias, habíamos hecho acuerdos!
Resultó que Olga no había pagado la hipoteca durante años, aunque me aseguraba lo contrario. Además, retiró todos nuestros ahorros y desapareció.
La busqué, pero sin éxito. Se borró de nuestra vida como si nunca hubiera existido.
¡Lo logramos!
Nos quedamos en la calle. Pero no me rendí. Alquilé un piso, volví a trabajar día y noche. Los niños lo pasaron mal, pero lo superamos.
Ahora han pasado tres años. Somos felices, a pesar de todo.
Sabed que lo más aterrador no es perder dinero o bienes. Lo más aterrador es darse cuenta de que durante 16 años dormiste al lado de un extraño, alguien que en cualquier momento podía destruir tu vida.
Así que, amigos, cuidemos a quienes realmente nos aman. Y no olvidéis, a veces, incluso después de 16 años juntos, uno puede no saber con quién vive…