Derecho a la felicidad: me enamoré a los 50, pero surgió un gran temor

Lo que me enseñó el amor a los 50: un miedo inesperado

Cuando el amor llega sin avisar
Jamás pensé que a los 50 años podría enamorarme tan profundamente.

Estuve casado, crié a dos hijos y tuve la dicha de ser abuelo. Parecía que la vida seguía su curso y no cabía esperar grandes emociones.

Pero el destino tenía otros planes.

No estaba buscando el amor, fue él quien me encontró.

Y resultó ser el sentimiento más intenso, más luminoso y al mismo tiempo, el más doloroso de mi vida.

Como si tuviera 20 de nuevo
Muchos dicen que los adultos aman de otra manera.

Mentira.

Son las mismas mariposas en el estómago, el mismo corazón acelerado, las mismas noches sin dormir, solo que ahora se añade el miedo.

El miedo a perder.

Cuando tenía 20, amaba sin pensar en las consecuencias. Ahora agradezco cada día tener a esta mujer en mi vida.

Cada vez que la miro, acaricio su cabello, la beso en la sien, le tomo la mano, me digo a mí mismo:

— Este es el amor que esperaba toda mi vida.

Pero junto a esta felicidad ha llegado el miedo.

Su hija —mi dolor
Era una mujer increíble.

Amable, cariñosa, atenta. Fuerte y sabia.

Comenzamos a convivir, y mi hogar se llenó de amor y alegría de nuevo.

Sin embargo, con el tiempo noté que algo la preocupaba.

Recibía llamadas casi a diario. La voz al otro lado decía siempre lo mismo:

— Mamá, necesito dinero.

Tenía una hija que estudiaba en segundo curso.

¿Te suena normal?

El problema es que su hija llevaba tiempo trabajando y ganando un buen sueldo.

Y aun así, continuaba pidiendo dinero a su madre.

Unas veces para pagar la residencia, otras para el siguiente semestre, o para cubrir una deuda con una amiga.

Veía cómo esto desgarraba a mi pareja por dentro.

Se enojaba, lloraba, debatía entre su sentido del deber y el deseo de estar conmigo.

Le decía:

— Amor, con el tiempo todo se arreglará. Pronto estaremos solos tú y yo.

Pero no me lo creía del todo.

Tengo miedo de que un día se vaya
A veces, al salir del trabajo, me aterraba regresar a casa.

Temía encontrarme con un piso vacío.

Temía que sus cosas ya no estuvieran.

Gritaba de dolor, pero en silencio.

Lloraba por amor.

¿Sabes lo que eso significa para un hombre?

Estoy seguro de que mujeres como ella son de las que inspiran poesía.

¿Qué pasa si decide regresar con su hija?
No sé lo que depara el futuro.

Si un día me dice:

— Tengo que volver.

Probablemente me derrumbaría.

Porque ella es todo lo que un hombre de mi edad podría soñar.

Si lees estas palabras, amor mío, debes saber:

Te amo más que a la vida misma.

Y si es necesario, estoy dispuesto a compartirte con tu hija.

Pero, por favor…

No me dejes.

Sin ti, mi mundo perdería todo sentido.

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