Compro carne de pavo de alta calidad para mí y preparo filetes al vapor, mientras que él recibe carne de cerdo pasada de fecha.

Yo compro carne de pavo de la mejor calidad para mí y preparo albóndigas al vapor, mientras que a él le doy carne de cerdo a punto de caducar.

Tengo cincuenta y siete años. Llevo más de treinta años casada y durante todo este tiempo me he encargado de lavar la ropa de mi marido, cocinarle y cuidar de la comodidad de la familia. Tenemos dos hijos, a los que eduqué y crié casi sola. Desde siempre he sido como un hámster corriendo en su rueda: no paraba de trabajar en varios sitios a la vez y aceptaba cualquier empleo para que a nuestros hijos no les faltara de nada y fueran tan bien vestidos como los demás niños.

A lo largo de toda nuestra vida juntos, mi marido realmente nunca se ha esforzado demasiado en el trabajo. Al llegar a la jubilación, se acomodó en casa y dejó de trabajar por completo. Yo sigo al pie del cañón, yendo a mi empleo, ayudando a nuestros hijos con el cuidado de los nietos y ocupándome de todas las tareas del hogar.

Le he pedido muchas veces que busque aunque sea un trabajo sencillo, de vigilante por ejemplo, pero siempre me salta con que nos apañamos perfectamente sin que él tenga un sueldo extra. Y si hablamos de comida… tampoco tiene un pelo de tonto. Apenas me queda tiempo para cocinar. A veces, vuelvo de trabajar y ya se ha comido todo lo bueno, dejándome solo un poco de caldo.

Un día lo comenté con una amiga y me aconsejó que preparara comidas por separado: productos baratos para él, y mejores para mí. Volví a casa y le dije a mi marido que el médico me había recomendado una dieta especial, así que no debía tocar mis comidas.

Ahora tengo que esconder mi comida, y cuando mi marido baja al trastero, aprovecho para tomarme algún dulce. El embutido y el queso los guardo en la nevera bien escondidos para que no los vea, y los como cuando no está. Por suerte, tenemos dos neveras: en una guardamos la compra diaria y en la otra, los botes y conservas, donde escondo mis reservas.

Sabéis cómo son los hombres no ven nada. Compro para mí carne de pavo de calidad y me hago albóndigas al vapor, y para él, compro carne de cerdo a punto de pasarse y le echo muchas especias; a él le da igual. La pasta que le compro es la más barata, la que sale por unos pocos euros, mientras que para mí compro sémola de trigo duro.

No creo que mi comportamiento sea malo, ni que esté haciendo nada incorrecto. Si quiere comer bien, que se busque un trabajo. A estas alturas de la vida, divorciarse me parece una tontería. Ya hemos pasado la mayor parte de nuestros años juntos, compartimos casa, así que ¿para qué vender todo y repartir el dinero ahora?

Rate article
MagistrUm
Compro carne de pavo de alta calidad para mí y preparo filetes al vapor, mientras que él recibe carne de cerdo pasada de fecha.