Es interesante
Durante seis años, una joven panadera dejaba comida a un mendigo silencioso, sin conocer siquiera su nombre.

En la esquina de la calle Mayor, en Zaragoza, había un maniquí en el escaparate de una tienda de ropa.

Lucía caminaba por las calles de una ciudad que no era la suya. La joven estaba desesperada, apretando

Oye, te voy a contar esta historia adaptada a nuestra cultura, ¿vale? “Tolín, no vuelvas a venir

—¡Vamos a la aventura! —se dijeron las inseparables amigas, lanzando las maletas al portaequipajes.

—Toledo, no vuelvas a venir más. ¿Vale? —pedí con calma. —¿Cómo? ¿Que no venga hoy? —Toledo no entendía.

No lo soporto más —¡Otra vez esa música estúpida! —gritó Valentina García, golpeando el radiador con el puño—.

Las amigas tenían madres jóvenes y guapas, pero yo no. La mía parecía más una abuela, y eso me dolía mucho.

**Risas entre lágrimas** Valentina había colocado un plato de cocido madrileño delante de su nieta y

Nina iba con prisa hacia casa. Eran más de las diez de la noche y solo quería llegar, cenar y acostarse.










