Es interesante
“Ese niño no es mío”, declaró con frialdad el magnate, su voz retumbando por el recibidor

Hoy en el diario: La ciudad latía en el crepúsculo, los cláxones sonaban, los pasos resonaban en el adoquín

Enrique Álvarez amaba su terraza. Especialmente las mañanas de viernes, cuando la ciudad bajo él aún

—¡Ni siquiera puedes caminar! —él se burló. Pero ella dio un paso que lo cambió todo. *Para fines ilustrativos

La madre de tu mujer se va un mes entero? Pues yo me voy a la mía —su esposa ya estaba en la puerta con

Luna mira desde la ventana de la cocina, taza de té frío entre las manos, observando a los niños jugar

—¿Quieres salchichas o huevos? —preguntó Lucía. Alejandro estaba sentado a la mesa, revisando las noticias

La ciudad latía con la vida del atardecer: bocinas de coches sonando, pasos resonando en el adoquín y

Lucía permanecía junto al cristal de la cocina, apretando una taza de té ya frío, contemplando a los

**PROTEGIDOS POR EL AMOR** El encuentro entre Laura y Javier estaba escrito en las estrellas.










