Cansada de una suegra que no acepta que su hijo haya formado su propia familia.

Estoy al borde de un colapso nervioso. Llevamos cuatro años de casados, pero su madre todavía espera que su “niño” me deje y vuelva bajo su ala. Su comportamiento es irracional. He intentado establecer una relación normal con ella, he pasado por alto muchas de sus acciones, pero todo ha sido en vano. Estoy en un callejón sin salida y no sé qué hacer.

Todo comenzó hace siete años, cuando mi futuro esposo y yo apenas empezábamos a salir. Ambos éramos estudiantes y vivíamos con nuestros padres. Dos meses después de conocernos, lo presenté a mi familia, pero él no se apresuró a presentarme a la suya. Nuestro encuentro con su madre ocurrió solo un año después.

Durante todo ese tiempo siempre había alguna excusa: “Mamá está ocupada”, “No es un buen momento”. No insistí. Pero cuando finalmente nos conocimos, inmediatamente sentí su negatividad. Traté de convencerme de que solo estaba nerviosa, pero su comportamiento decía lo contrario.

Durante la comida, me miraba atentamente, casi sin participar en la conversación. Cuando mi novio le informó que habíamos decidido mudarnos juntos, casi se atragantó. Comenzó a disuadirnos, afirmando que su hijo era todavía muy joven y no estaba listo para vivir de manera independiente (aunque él ya tenía 24 años).

A pesar de sus protestas, comenzamos a vivir juntos. Y ahí empezó la verdadera pesadilla. Me enviaba mensajes largos cada día con instrucciones sobre cómo cuidar de su hijo. Por ejemplo, insistía en que le pelara una naranja todos los días porque de lo contrario no se la comería. Le respondí que él podía hacerlo perfectamente por sí solo. En respuesta, me acusó de ser una mala ama de casa.

Una vez fuimos a visitarla llevando sudaderas deportivas. Después de la visita, recibí un mensaje suyo diciendo que nos veíamos vergonzosos y que la gente decente no se viste así.

Cuando anunciamos que queríamos casarnos, montó todo un espectáculo. Invitaba a su hijo a su casa y llamaba a sus amigas con hijas, intentando emparejarlo con ellas. Mi esposo le dejó claro que manejaría su vida personal él mismo y dejó de visitarla. Entonces ella comenzó a venir casi a diario, criticándome por todo: desde la limpieza hasta mis habilidades culinarias.

Antes de la boda, me hizo llorar afirmando que había elegido un menú incorrecto y que el vestido era horrible. Al final, no aguanté más y le pedí que se fuera. En respuesta, llamó a su hijo llorando, diciendo que tenía un ataque al corazón. Corrimos a su casa, pero resultó ser mentira.

Mi esposo le dio un ultimátum: o iba a la boda con una buena actitud o no iba en absoluto. Ella eligió no ir.

Después del nacimiento de nuestro hijo, vio a su nieto por primera vez solo un año después. Antes de eso, insistía en que no era su nieto y que le habíamos “colado” a otro niño. Ahora trato de minimizar el contacto con ella, ya que cada interacción me desestabiliza y tardo tiempo en recuperarme después de cada encuentro.

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Cansada de una suegra que no acepta que su hijo haya formado su propia familia.