Cachorro Empieza a Ladrar en Plena Noche y los Ladridos se Intensifican al Amanecer

El Perro Empieza a Ladrar en Medio de la Noche y los Ladridos se Intensifican por la Mañana

A eso de las cuatro de la madrugada, un perro comenzó a ladrar detrás de las casas. Para las cinco, los ladridos eran más fuertes. Los vecinos, ya despertándose para ir al trabajo, se quejaban del ruido. A las cinco y media, media urbanización estaba en pie, maldiciendo entre dientes mientras salía de casa.

Los primeros en asomarse fueron un matrimonio, Javier y Lucía. Decidieron averiguar qué causaba tanto escándalo. Al acercarse a los garajes, vieron al animal ladrando sin parar, su hocico apuntando hacia las viviendas. Detrás de él, un hombre yacía en el suelo. Corrieron hacia el perro, entendiendo que pedía ayuda.

Cuanto más se acercaban, más fieros sonaban los ladridos. Era un pastor alemán, de esos que no se andan con tonterías. Lucía propuso llamar a una ambulancia.

Los sanitarios llegaron rápido. Al bajar de la unidad, Lucía les advirtió sobre el perro. Pero, al acercarse al herido, el animal dejó de ladrar. Se sentó junto a su dueño, quieto como una estatua.

Los paramédicos se agacharon con cuidado, vigilando de reojo al can. El hombre, de unos 35 años, tenía una herida grave en el abdomen. Actuaron rápido mientras el perro observaba, impasible.

Para entonces, un grupito de curiosos se había formado a distancia. Nadie osaba acercarse.

Uno de los sanitarios trajo una camilla. Cargaron al hombre con cuidado, pero el perro no podía subir. Los miró fijamente, pero las normas son normas. La ambulancia arrancó despacio, y el animal corrió detrás, perdiéndola y alcanzándola a ratos.

Al llegar al hospital, la ambulancia se detuvo en la entrada. El guardia de seguridad levantó la barrera, pero el perro se plantó frente a él.

Es el perro del herido explicó el conductor.

¿Y qué hago con él? refunfuñó el guardia antes de ordenar: ¡Quieto! ¡Siéntate!

El pastor alemán dudó, pero obedeció. Se sentó frente a la entrada y vio cómo la ambulancia desaparecía. Tras una hora de espera, se echó junto al muro, sin molestar.

Los guardias lo vigilaban al principio, pero al ver que no causaba problemas, lo ignoraron.

¿Qué hacemos con él? preguntó uno.

Nada. Si quiere esperar, que espere.

Pero si el dueño tarda

Él es listo. Se irá cuando quiera.

Pobrecillo. ¿Le damos de comer?

Si lo haces, tendrás un inquilino permanente.

El perro los observaba, atento.

Cuarenta minutos después, uno de los guardias volvió con noticias.

El hombre ya está operado. En la UCI, pero estable. Le traje algo de comer.

Puso un plato con chorizo y agua cerca de un árbol. El perro lo miró, pero no se movió.

Venga, come. Bebe algo el guardia intentó sonar convincente.

El animal se levantó, dudando. Miró al hombre, la comida, la entrada y volvió a sentarse.

Como quieras.

Poco a poco, el perro se acercó al plato y bebió agua.

Una semana después, el dueño ya estaba en una habitación, recuperándose. Echaba de menos a su compañero, pero no tenía forma de saber de él.

Llevaban juntos desde que él dejó el ejército por una lesión. Habían servido juntos y regresado a la vida civil juntos. Confiaba en que el perro, listo como era, supiera apañárselas.

Mientras, el pastor alemán se había mudado bajo un árbol, sin perder de vista la entrada. Uno de los guardias, que ya lo alimentaba, tuvo una idea.

Al terminar su turno, subió a la habitación del hombre.

Buenas tardes. ¿Usted es el Sr. Martín, Adrián?

Sí. ¿Qué ocurre?

Soy guardia del hospital. Su perra sigue ahí fuera, esperando. La estamos alimentando, pero no se mueve de allí.

Adrián sonrió, cerrando los ojos.

Es mía, sí. La Lola. Servimos juntos. Es más lista que el hambre.

Eso está claro rió el guardia, aliviado. ¿Quiere que le diga algo?

Adrián cogió un pañuelo de papel, lo frotó en sus manos y rostro.

Tome esto. Déle el pañuelo a Lola. Ella entenderá.

El guardia se lo entregó a la perra. Ella olfateó el pañuelo largo rato antes de llevárselo bajo el árbol, echándose sobre él.

En los días siguientes, Lola esperaba. Y cuando Adrián por fin salió del hospital, su alegría fue inmensa. Habían pasado por mucho juntos y sabían que la espera había valido la pena.

Y ella esperó.

Rate article
MagistrUm
Cachorro Empieza a Ladrar en Plena Noche y los Ladridos se Intensifican al Amanecer