Atrapé a mi marido con mi mejor amiga… pero no tenían idea de la venganza que les esperaba y que nunca olvidarán

**Diario de una venganza perfecta**
Solo tengo 32 años y estaba segura de tener una vida perfecta: un marido fiel, amigos leales, un hogar acogedor. Me equivoqué y el error me ha dejado un dolor inmenso.
Todo comenzó aquella mañana cuando él, preparándose para una «reunión importante de trabajo», estaba más animado que de costumbre. Sus ojos brillaban, las palabras brotaban sin parar: «Es mi oportunidad, cariño. Si todo sale bien, seguro que me ascienden».
Me sentía orgullosa de él. Lo apoyé como pude: su cena favorita, la camisa planchada, un tierno «mucha suerte» al despedirnos.
Una hora después, mientras ordenaba la casa, vi su portátil sobre la mesa. El corazón me dio un vueloahí estaría su presentación.
Sin pensarlo, lo cogí y corrí al hotel donde, según él, sería la reunión.
Al entrar, algo me pareció extraño demasiado silencio. Ni música, ni risas, ni voces animadas. La recepcionista, confundida, arqueó una ceja: «¿Qué reunión de trabajo? Hoy no hay nada programado».
Me quedé helada. Pedí que comprobaran si había una habitación a su nombre. Y sí, la había.
Al llegar al piso correcto, vi algo que jamás olvidaré: en el pasillo, riendo y abrazados, iban hacia su habitación mi marido y mi mejor amiga. El corazón se me partió. Quise gritar, llorar, arrojarme sobre ellos pero solo apreté con fuerza el portátil.
Decidí que mi venganza sería impecable. Una que nunca olvidarían.
Me quedé en la sombra del pasillo, el móvil listo. El corazón latía fuerte, pero mis manos no temblaron. Hice varias fotos clarasellos dos, abrazados, con esa mirada que antes solo era para mí.
Al bajar en el ascensor, llamé de inmediato al marido de ella. Su voz sonaba adormilada, desprevenida, pero al escuchar mi tranquilo «Tienes que ver esto», llegó al hotel más rápido de lo que esperaba.
Nos encontramos en el lobby. Le enseñé las fotos. Se quedó inmóvil, respiró hondo, y en sus ojos apareció la misma determinación fría que en los míos.
Unos días después, los papeles del divorcio estaban sobre la mesa, tanto para mí como para él. Pero la historia no terminó ahí. Las fotos llegaron a internetun «amigo» las compartió «sin querer» por mensajes y redes sociales.
Los rumores llegaron a los jefes de mi marido. En lugar del ascenso esperado, recibió un escueto despido por «pérdida de confianza». Su reputación se desplomó en un instante: los socios se negaron a trabajar con alguien capaz de tal traición.
¿Y yo? Simplemente cerré la puerta tras él y lo borré de mi vida, como él me borró a mí. A veces el karma llega rápido sobre todo cuando alguien le echa una mano.

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MagistrUm
Atrapé a mi marido con mi mejor amiga… pero no tenían idea de la venganza que les esperaba y que nunca olvidarán