Acojer a Mi Madre Mayor Cambió Mi Vida Para Siempre

**Acoger a Mi Madre Mayor Cambió Mi Vida Para Siempre**

Cuando decidí que mi madre mayor viviera conmigo, pensé que sería una carga. Pero su llegada transformó mi vida para siempre.

A veces, el destino cambia de rumbo sin avisar, y apenas tenemos tiempo de entender cómo llegamos a una nueva realidad. Siempre me consideré autosuficiente. Vivía solo en Madrid, con un trabajo estable, amigos los fines de semana, aficiones por las noches y un piso impecable. Mis padres vivían en un pueblo cerca de Toledo, cuidando del huerto, en una rutina tranquila. Los visitaba una vez al mes, les llevaba turrones, ayudaba en pequeñas tareas. Todo marchaba sobre ruedas, como se suele decir.

Hasta que las ruedas se rompieronmi padre nos dejó. Un infarto, repentino, un día sí y al otro no. Lo enterramos, y de pronto vi a mi madre frágil, perdida, lejos de aquella mujer fuerte que conocía. Se sentaba junto a la ventana, envuelta en un chal de lana desgastado, en silencio. Ni lágrimas, ni quejassolo un vacío, como si el mundo hubiera perdido su sentido.

Me quedé con ella unos días. Noté que no podía valerse sola. La casa resonaba a soledad. Por primera vez, vi que temía la oscuridad, que se sobresaltaba con el menor ruido. Hasta que susurró:
¿Podrías quedarte un día más?

Me quedé. Y luego otro. Hasta que algo hizo clic: no podía dejarla allí. Decidí traerla a Madrid. ¿Difícil? Sin duda. Pero abandonarla era insoportable.

Preparamos sus cosas. Llevó poco: dos vestidos, ropa interior, medicinas y la vieja almohada que le regalé hace años, con estampado de gatos. La compré en una feria en Andalucía, y ella la guardó como un tesoro. Esa almohada era su ancla.

Los primeros días en la ciudad fueron un shock. Todo era ruido, prisas, extrañeza. Se refugiaba en su habitación, hojeaba su libro de oraciones, escuchaba la radio. Cocina

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