A las siete de la mañana, desperté sobresaltada por los ladridos frenéticos de mi perro, que hacía lo imposible por sacarme del sueño. Lo que vi entonces me heló la sangre.
Esta mañana ocurrió algo que jamás olvidaré.
El amanecer aún pintaba el cielo de Madrid con una calma engañosa. Yo, agotada tras una semana agotadora, disfrutaba de ese raro domingo libre. Dormía como un tronco, hundida en un sueño profundo, hasta que sentí un peso sobre el pecho. Entreabrí los ojos, confusa, y allí estaba mi perro, apoyando sus patas sobre mí, mirándome fijamente con esos ojos oscuros y alerta.
¿Qué quieres, Loki? murmuré, cerrando los ojos de nuevo, pensando que solo tenía hambre o ganas de salir.
Pero no se movió. Al contrario, empezó a pisar con insistencia, a lamer mi mejilla y a gemir suavemente, como suplicándome. Aún no entendía por qué tanta urgencia. Cuando lo ignoré, de pronto soltó un ladrido desgarrador, tan cerca de mi oído que me estremecí. Saltó sobre la cama y continuó ladrando con un tono agudo, casi desesperado.
Fue entonces cuando abrí los ojos por completo y lo noté. Algo olía mal. Un segundo después, mi mente procesó el peligro: era humo. Espeso, acre, invadiendo el aire.
Me incorporé de un salto, el corazón latiendo a mil. Corrí descalza hacia el pasillo y me detuve en seco. Una cortina gris de humo se arrastraba hacia mi habitación, y en el salón, las llamas devoraban los muebles con un crepitar siniestro.
Loki seguía a mi lado, ladrando hacia el fuego y luego mirándome, como diciendo: «¡Date prisa!». Agarré el móvil con manos temblorosas, marqué el 112 y salimos corriendo del piso, sin mirar atrás.
Solo en la calle, con el pecho aún agitado, caí en la cuenta: sin él, habría seguido durmiendo y quizás no habría despertado nunca.
Más tarde descubrieron la causa. La noche anterior, planché la ropa y, agotada, dejé la plancha sobre una camisa. Ese descuido inició el incendio.
No lo recordaba. Pero Loki lo olió antes que yo e hizo lo imposible por salvarme.
Si no hubiera sido por él esta historia no la estaría contando.