Me crió mi abuela. Por supuesto que le estoy agradecido, pero su amor no fue del todo desinteresado

Me crió mi abuela. Por supuesto que le estoy agradecido, pero su cariño nunca fue del todo desinteresado.

Era apenas un niño de cinco años cuando mi querido padre decidió que ya no quería una familia y nos abandonó por una amante, más joven que mi madre. Al principio vivíamos en su piso, pero tras el divorcio exigió que mi madre y yo nos marcháramos de allí.

Tuve que irme a vivir con mi abuela, la madre de mi madre. Mi padre, tan valiente él, encontró mil maneras de evitar pagar la pensión alimenticia. En resumen, mi madre y yo nos quedamos sin un duro y nos mudamos al modesto piso de mi abuela. Aquellos tiempos fueron especialmente duros: mi abuela tenía una pensión muy baja, mi madre se iba de casa a trabajar todo el día, y yo regresaba del colegio para encargarme de las tareas de la casa.

Ya de mayor, a veces faltaba a clase para trabajar en la obra, así que el estudio prácticamente quedó relegado. Sentía una profunda pena por mi madre y mi abuela, que apenas sobrevivían con lo poco que tenían. Me prometí que al acabar octavo de EGB dejaría la escuela y buscaría trabajo fijo. Pero entonces apareció la hermana de mi abuela, la tía abuela Carmen. Propuso llevarme a vivir con ella, ayudarme con los estudios y mantenerme. La tía Carmen no tuvo hijos, así que deseaba que me quedara con ella. Mi madre y mi abuela accedieron.

Y así fue como acabé viviendo con la tía Carmen. De vez en cuando mi madre y mi abuela venían a visitarnos. La vida a su lado fue mucho mejor. Tenía una pensión digna, pude concentrarme en el colegio sin necesidad de trabajar. Me enseñó a cocinar, incluso a coser. Acabé el bachillerato con matrícula y entré en la Universidad Autónoma de Madrid para estudiar Derecho.

La tía Carmen repetía siempre que, en cuanto terminase la carrera, me pondría el piso a mi nombre en el testamento. Decía que me quería mucho y que yo me había convertido en su familia, que por eso quería ayudarme. Pero la vida, imprevisible como es, trajo lo inesperado. En tercer curso conocí a Inés.

Madre mía, era preciosa e inteligente. El amor floreció entre los dos y decidí que quería casarme con ella. Cuando la tía Carmen se enteró, armó un escándalo monumental. Dijo que Inés solo estaba interesada en el piso y no en mí.

Me amenazó diciendo que si no dejaba a Inés, ella no me dejaría su casa. Naturalmente, le conté todo a Inés. Mi querida me propuso separarnos, si tanto significaba para mí la herencia, pero me aseguró que me amaba tanto que estaría dispuesta a vivir conmigo hasta en una habitación alquilada. Al final, arriesgué y escogí el amor. La tía Carmen rompió toda relación conmigo. Me quedé sin piso, pero con mi amada.

Hoy celebramos nuestro décimo aniversario de boda. Tenemos dos hijos y nuestro amor es, si cabe, aún más fuerte. Con cada día que pasa me convenzo de que tomé la decisión correcta.

Rate article
MagistrUm
Me crió mi abuela. Por supuesto que le estoy agradecido, pero su amor no fue del todo desinteresado