Me hice una prueba de ADN y me arrepentí: La historia de cómo la desconfianza me costó mi familia en España

Hice una prueba de ADN y me arrepentí

Tenía que casarme porque me enteré de que mi novia estaba embarazada. Después de la boda, llevé a mi esposa a casa de mis padres. En ese momento, no podíamos permitirnos vivir por nuestra cuenta. El tiempo pasó y me convertí en padre de un niño maravilloso. Al poco decidimos pedir una hipoteca para empezar una vida independiente.

Después de algún tiempo, mi mujer me dijo que volvía a estar embarazada. Así nació nuestra princesa Jimena. Los niños crecían a toda velocidad. Cada año, empecé a notar más y más que no se parecían en nada a mí. Ni siquiera nuestro carácter era semejante. Por cierto, tampoco se parecían a mi mujer. Pelirrojos y llenos de pecas… ¿de dónde habría salido eso en nuestra familia?

Se me pasó por la cabeza hacerme una prueba de paternidad. Quizá no fue la mejor decisión, pero era la única forma que tenía para asegurarme de que estaba criando a mis hijos. Tenía esa inquietud dentro que no me dejaba en paz.

Me hice la prueba. Tuve que esperar dos semanas para los resultados. En cuanto me llamaron del laboratorio, no dudé en ir corriendo a recoger las respuestas. Gracias a Dios, era su padre. Volví a casa y guardé los papeles para que mi esposa no los encontrara. ¿Por qué no los tiré en ese momento? Pronto pagué el precio de mi torpeza.

Unos días después, mi mujer me tiró los documentos a la cara. Montó un escándalo que pareció hacer temblar toda la casa. Claro que puedo entenderla, pero podríamos haberlo hablado en frío. No fue capaz de perdonarme y ahora estoy solo. Han pasado ya cinco años y no me deja ni ver a los niños.

Así es como una simple curiosidad me robó lo más valioso que tenía: mi familia. Espero que algún día mi esposa sea capaz de perdonarme Al menos yo he aprendido que la desconfianza puede destrozar todo lo que uno ha construido con tanto esfuerzo.

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