Mi esposo se niega a que su hija viva en el piso heredado de su tía en el centro de la ciudad: ¿es justo venderlo y repartir el dinero entre los tres hijos o deberíamos dejar que nuestra hija mayor lo use mientras estudia? Dilema familiar sobre el futuro del patrimonio y la igualdad entre hermanos en España

El marido se niega a cederle el piso a su hija

La tía de mi marido le dejó un piso en herencia. El piso no es que sea el Palacio Real, más bien es pequeñito y está en pleno centro de Madrid, lo cual tiene su gracia. Mi marido y yo tenemos tres criaturas. La mayor, nuestra hija, ya tiene diecinueve años y estudia en la universidad. El mediano, que es nuestro primogénito varón, tiene doce, y el chiquitín acaba de cumplir cinco añitos. Vivimos todos juntos en un piso de tres habitaciones bastante apañado, así que de momento andamos sobrados de hueco.

Resulta que, el otro día, mi marido y yo tuvimos una discusión (nada grave, que conste, solo la típica batalla matrimonial). Yo le planteé que, aprovechando que nuestra hija ya no es una cría, y que cualquier día de estos nos sale con que quiere casarse, podríamos dejarle el piso de la tía para que se independizara un poco, a ver si así respira aire fresco. Él, sin embargo, se puso duro y me dijo que eso sería un agravio comparativo para los chicos y que, por justicia, lo mejor sería vender el piso y repartir los euros a partes iguales entre los tres hijos cuando sean mayores. Francamente, a mí esa idea me parece de lo más tonta, porque con ese dinero no llegan ni a comprarse una bici decente.

Incluso en el caso de que le haga caso a mi querido marido y vendamos el piso, el dinero se queda ahí parado en la cuenta hasta que los niños crezcan, y lo más probable es que la mayor, como mucho, se compre un utilitario viejo. Yo sigo pensando que más vale pájaro en mano que ciento volando, y que lo suyo sería aprovechar la oportunidad para que al menos una hija tenga algo, y cuando los chicos lleguen a la mayoría de edad, ya idearemos alguna solución (milagrosa, probablemente) para sus viviendas.

Mi marido, por su parte, está convencido de que si le damos el piso a nuestra hija, los hermanos acabarán echándole en cara el favoritismo durante toda la vida y que no va a haber paz en casa, mientras que yo confío en que los chicos ahora mismo ni se enteran de la película y que todavía nos queda margen para pensar en el futuro de cada uno.

A todo esto, nuestra hija sigue sin comer pipas porque no le hemos contado nada aún, ya que queríamos meditarlo bien antes de liarla parda. Eso sí, el piso de la tía necesita una reforma que ni la Sagrada Familia de Gaudí; está hecho un cuadro y ahora mismo no tenemos ni un euro para arreglarlo.

Así que aquí estoy, con la duda existencial: ¿Quién tiene razón en toda esta movida, mi marido o yo? ¿Sigo lanzando indirectas sobre la independencia de nuestra hija o mejor me uno al bando de mi esposo? ¿O quizá a alguien se le ocurre una tercera vía más ingeniosa? Ideas se aceptan, porque nosotros ya no sabemos ni por dónde sopla el viento.

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MagistrUm
Mi esposo se niega a que su hija viva en el piso heredado de su tía en el centro de la ciudad: ¿es justo venderlo y repartir el dinero entre los tres hijos o deberíamos dejar que nuestra hija mayor lo use mientras estudia? Dilema familiar sobre el futuro del patrimonio y la igualdad entre hermanos en España