Una vez, cuando estaba embarazada por segunda vez, una niña con un bebé llamó a la puerta.

A ver, amiga, te cuento qué pasó la última vez que me quedé embarazada por segunda vez. Estaba yo en el salón de nuestro piso en el centro de Madrid cuando, de repente, se oyó el timbre. En la puerta apareció una joven con un bebé en brazos. No me lo podía creer; nunca pensé que me encontraría en una situación así.

Resulta que esa chica se llamaba Lucía y tenía apenas 19 años. Era la segunda mujer de mi marido, Adán. Ella había dado a luz hacía un par de semanas y, según me dijo, llevaba dos años conviviendo con él sin que yo lo supiera. Me llamé al móvil y le pedí a Adán que viniera cuanto antes. Su respuesta me dejó helada:

Mira, cariño, hemos estado bien hasta ahora. No quiero el divorcio y tampoco me voy a separar de Lucía. Mantengamos las cosas como están.

Yo no podía aceptarlo. Con los ojos llenos de lágrimas agarré su maleta y, cuando lo eché de la puerta, él me siguió gritando:

¡Vas a lamentarlo! Este piso está a mi nombre, así que tú y los niños tendrásis que mudaros a un apartamento viejo de la periferia. Ni pienses que te voy a pagar la pensión; mi sueldo es mísero. A ver cómo os las arregláis.

Me costó creer que esas palabras salieran de la boca del hombre que tanto amaba. Decidí que no quería que mis hijos crecieran bajo su sombra. Así que, después de que él se fuera con Lucía, empaqué lo mío y lo de los niños y me mudé a un piso más pequeño que nos alquiló una amiga en Valencia.

No hubo tiempo para lamentaciones. Adán presentó la demanda de divorcio al día siguiente y yo gasté lo último que tenía en un buen abogado. Gracias a él, la vivienda quedó en mi nombre y la de los niños, sin que yo tuviera que pedir pensión alguna.

Pasaron siete años y volví a casarme. Esta vez mi marido se llama Javier y es una persona totalmente distinta a Adán, mucho más comprensivo y cariñoso. Al final descubrí que Lucía sólo buscaba el dinero de mi exmarido y, cuando quedó sin techo, la echó a ella. Intentó volver conmigo, pero después de lo que me dijo, ya no quería saber nada de él.

Así que ya ves, la vida da muchas vueltas, pero al final lo importante es seguir adelante con la cabeza alta y rodeada de gente que realmente te quiere. Un abrazo enorme.

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MagistrUm
Una vez, cuando estaba embarazada por segunda vez, una niña con un bebé llamó a la puerta.