“¡No quiero otra nuera, haz lo que quieras!” – Así habló una madre española a su hijo. Mauro estaba terminando la carrera universitaria y pensó que era el momento perfecto para casarse con su primer amor de instituto, Magdalena. Magdalena era guapa, pero además una chica simpática e inteligente. En aquel entonces, ella estaba escribiendo su trabajo de fin de máster. Los jóvenes acordaron casarse en cuanto ambos defendieran sus tesis. Mauro decidió contarle a su madre sus planes de boda, pero ella no le dio buenas noticias. Su madre le dijo que o se casaba con Amanda, la chica del barrio de al lado, o con ninguna otra. Y luego le preguntó qué era más importante para él: la carrera o el amor. Su madre soñaba con ver a su hijo convertido en todo un triunfador. Amanda venía de una familia adinerada y, además, llevaba tiempo enamorada de Mauro, mientras él solo tenía ojos para Magdalena, que procedía de una familia humilde. La madre de Magdalena tenía mala reputación… ¿Qué pensaría la gente? “¡No necesito otra nuera, haz lo que quieras!” – le dijo su madre. Mauro intentó durante mucho tiempo convencerla, pero ella seguía inflexible, y finalmente le advirtió que si se casaba con Magdalena, lo desheredaría. Entonces Mauro se acobardó. Siguió saliendo con Magdalena otros seis meses, pero la relación se fue apagando poco a poco. Finalmente, Mauro se casó con Amanda. Ella realmente le quería, pero no celebraron boda. Mauro no quería que Magdalena viera sus fotos de casado. Amanda era de buena familia, así que Mauro se fue a vivir al enorme chalet de sus padres, quienes además le ayudaron a ascender en la empresa. Pero él nunca fue feliz. Mauro no quería tener hijos. Cuando Amanda se dio cuenta de que no iba a convencerle, fue ella quien pidió el divorcio. Cuando eso ocurrió, Mauro tenía ya cuarenta años y Amanda treinta y ocho. Ella volvió a casarse, tuvo un hijo y encontró la felicidad. Mauro siempre soñó con casarse con Magdalena e intentó encontrarla, pero no lo consiguió. Era como si hubiera desaparecido. Luego le contaron que ya no estaba. Un conocido le informó de que, después de romper con él, Magdalena se casó por impulso con el primer hombre que encontró, y este la maltrató hasta matarla. A partir de entonces, Mauro se fue a vivir al viejo piso de sus padres y empezó a beber hasta perderse. No dejaba de mirar una foto de Magdalena y jamás pudo perdonarle a su madre.

¡No quiero otra nuera, y haz lo que quieras! dijo la madre a su hijo.

Fernando estaba terminando la carrera universitaria y pensó que era el momento ideal para casarse con su primera novia del instituto, Inés. Inés era guapa, pero también una chica amable e inteligente. Por entonces, ella preparaba su trabajo de fin de máster. Los dos acordaron casarse en cuanto acabasen sus respectivos estudios.

Fernando decidió contárselo a su madre, pero ella no le dio ninguna buena noticia. Le dijo que o se casaba con Carmen, la joven del barrio, o con ninguna otra. Luego le preguntó qué era más importante para él: la carrera profesional o el amor. Su madre siempre había soñado con que su hijo se convirtiera en un hombre de éxito.

Carmen provenía de una familia acomodada y, además, llevaba años encaprichada de Fernando. Pero él solo tenía ojos para aquella Inés, de familia humilde. La madre de Inés arrastraba mala fama ¿Qué diría la gente?

No quiero otra nuera, y haz lo que quieras repitió su madre.

Fernando intentó convencerla durante mucho tiempo, pero ella era inflexible. Finalmente, le dijo que si se casaba con Inés le retiraría la palabra para siempre. Fernando no tuvo el coraje de plantar cara a su madre. Siguió quedando con Inés durante seis meses, pero su relación se fue apagando poco a poco.

Finalmente, acabó casándose con Carmen. Ella estaba verdaderamente enamorada de él, pero decidieron no hacer boda. Fernando no quería que Inés pudiera ver ninguna fotografía del enlace. Carmen tenía una posición económica muy buena, así que Fernando se mudó a la gran casa de sus suegros. También le ayudaron a prosperar en su carrera profesional. Sin embargo, él nunca fue feliz.

Fernando no quería tener hijos. Cuando Carmen comprendió que no iba a conseguir convencerle, fue ella misma quien presentó la demanda de divorcio. Por entonces, Fernando tenía ya cuarenta años y Carmen treinta y ocho. Con el tiempo, Carmen volvió a casarse, tuvo un hijo y fue verdaderamente feliz.

Fernando seguía soñando con casarse con Inés, trató de buscarla, pero no obtuvo ningún resultado. Parecía como si se la hubiera tragado la tierra. Después se enteró de que ya no vivía. Un conocido le contó que, tras separarse de Fernando, Inés se casó rápidamente con el primer hombre que apareció en su camino, que resultó ser un malnacido. La maltrató hasta matarla.

Después de aquello, Fernando volvió a vivir al antiguo piso de sus padres y empezó a beber para olvidar. Se pasaba horas mirando una fotografía de Inés, incapaz de perdonarle nunca a su madre.

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MagistrUm
“¡No quiero otra nuera, haz lo que quieras!” – Así habló una madre española a su hijo. Mauro estaba terminando la carrera universitaria y pensó que era el momento perfecto para casarse con su primer amor de instituto, Magdalena. Magdalena era guapa, pero además una chica simpática e inteligente. En aquel entonces, ella estaba escribiendo su trabajo de fin de máster. Los jóvenes acordaron casarse en cuanto ambos defendieran sus tesis. Mauro decidió contarle a su madre sus planes de boda, pero ella no le dio buenas noticias. Su madre le dijo que o se casaba con Amanda, la chica del barrio de al lado, o con ninguna otra. Y luego le preguntó qué era más importante para él: la carrera o el amor. Su madre soñaba con ver a su hijo convertido en todo un triunfador. Amanda venía de una familia adinerada y, además, llevaba tiempo enamorada de Mauro, mientras él solo tenía ojos para Magdalena, que procedía de una familia humilde. La madre de Magdalena tenía mala reputación… ¿Qué pensaría la gente? “¡No necesito otra nuera, haz lo que quieras!” – le dijo su madre. Mauro intentó durante mucho tiempo convencerla, pero ella seguía inflexible, y finalmente le advirtió que si se casaba con Magdalena, lo desheredaría. Entonces Mauro se acobardó. Siguió saliendo con Magdalena otros seis meses, pero la relación se fue apagando poco a poco. Finalmente, Mauro se casó con Amanda. Ella realmente le quería, pero no celebraron boda. Mauro no quería que Magdalena viera sus fotos de casado. Amanda era de buena familia, así que Mauro se fue a vivir al enorme chalet de sus padres, quienes además le ayudaron a ascender en la empresa. Pero él nunca fue feliz. Mauro no quería tener hijos. Cuando Amanda se dio cuenta de que no iba a convencerle, fue ella quien pidió el divorcio. Cuando eso ocurrió, Mauro tenía ya cuarenta años y Amanda treinta y ocho. Ella volvió a casarse, tuvo un hijo y encontró la felicidad. Mauro siempre soñó con casarse con Magdalena e intentó encontrarla, pero no lo consiguió. Era como si hubiera desaparecido. Luego le contaron que ya no estaba. Un conocido le informó de que, después de romper con él, Magdalena se casó por impulso con el primer hombre que encontró, y este la maltrató hasta matarla. A partir de entonces, Mauro se fue a vivir al viejo piso de sus padres y empezó a beber hasta perderse. No dejaba de mirar una foto de Magdalena y jamás pudo perdonarle a su madre.