En contra de la voluntad de su esposa, invitó a su madre a casa para conocer a su recién nacida nieta.

En contra de los deseos de su esposa, Juan invitó a su madre a casa para que conociera a su recién nacida, Almudena.

Doña Pilar es, digamos, una pesadilla de la comunicación. No respeta en absoluto los límites ajenos; le basta con que alguien no le guste para lanzar su opinión sin filtros. No había ningún motivo concreto para que a Doña Carmen no le agradara María, simplemente porque Juan la había elegido y ella no soportaba esa distancia.

Hace tres semanas, María dio a luz a una niña. Doña Pilar insistió en estar presente en la sala de partos, pero María quería que él fuera el único acompañante. Así que, mientras Almudena estaba en trabajo de parto, la madre de Juan se plantó en el vestíbulo del Hospital Universitario La Paz, vociferando a todo el pasillo que se lo merecía para vivir el nacimiento de su nieta.

Cada vez que Doña Pilar cruzaba la puerta de la casa, se aferraba a cualquier detalle y criticaba a María por ser una mala ama de casa. Además, aseguraba que Almudena acabaría siendo una madre desordenada.

Ante esos comentarios, María perdió los papeles y le dio a Juan un ultimátum: Tu madre no volverá a poner un pie en nuestro hogar. Y él lo entendió, porque a nadie le gusta ser humillado bajo su propio techo.

Cuando finalmente llegaron a casa con la bebé, los abuelos estaban deseando conocerla. María aceptó que la suegra viniera una sola vez, pero con la condición de que no decía nada. Doña Pilar juró guardar silencio, pero en cuanto cruzó el umbral, empezó a lanzar perlas como:

¡Qué suciedad hay aquí! Si vais a vivir así, pues vividlo, pero por respeto a mí podríais al menos pasar la escoba.

María, sin poder contenerse, le comunicó que ya no tenía derecho a visitar y que sólo podría ver a Almudena si ellos lo permitían.

Han pasado casi dos semanas; los abuelos y el abuelo José ya han visto a la niña, pero Doña Pilar sigue sin aparecer y María no quiere volver a encontrarse con ella. No salimos de casa porque fuera hace un tiempo que parece de escarcha.

Anteayer María tenía una cita médica, y yo me quedé en casa con Almudena. Aproveché la ocasión para invitar a Doña Pilar a que viera a la bebé. Ella aceptó, y le dije que solo teníamos dos horas antes de que María regresara. Pero la mujer no quería marcharse, por mucho que le insistiera.

Cuando María volvió, encontró a su madre abrazando a Almudena en el salón. La escena provocó en ella un colapso total: gritó, me echó la culpa a mí y le exigió a Doña Pilar que se fuera de inmediato.

En mi interior pensé que María debía cortarle la lengua y calmarse, porque ese era mi casa y mi hija, y si yo quería que mi madre la conociera, nadie podía impedirlo ni echarla de la vivienda.

Al final, Almudena y yo nos quedamos sin entrada; María nos echó de la casa y ahora vivo con mis padres. Sólo espero que ella recupere la calma pronto.

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MagistrUm
En contra de la voluntad de su esposa, invitó a su madre a casa para conocer a su recién nacida nieta.