Ayer, mi hermano me llamó y me pidió que le cediera mi parte de la casa de campo. Su argumento fue que había estado cuidando de nuestro padre durante los últimos tres años.

Mi hermano Javier me llama hoy y me pide que le ceda mi parte de la casa de campo de La Mancha. Argumenta que ha cuidado de nuestro padre durante los últimos tres años.

Desde que comienzo la carrera universitaria, me mudo del hogar familiar. Al terminar mis estudios, me quedo en Madrid, consigo un buen puesto en una empresa de ingeniería y contraigo matrimonio con Luis. En poco tiempo nos nace nuestro hijo, Carlos.

Javier también se casa, pero sigue viviendo con nuestros padres en Segovia. No puedo decir nada malo de él: es un buen hombre y su esposa, Begoña, es una mujer maravillosa. Durante muchos años conviven pacíficamente bajo el mismo techo y, cuando llegan sus dos hijos, todo sigue funcionando sin problemas. Aunque ya somos independientes y podemos visitar a nuestros padres en la granja cuando queremos, mi suegro, Don Pedro, nos regala un coche nuevo.

En verano solemos viajar a la costa y ayudar a nuestros padres con las tareas del campo y del jardín. Rocsana, la vecina, siempre está al lado de mi madre; todos quisieran echarle una mano. Hace tres años fallece Doña Carmen y ya no puedo ayudar tanto como antes. Además, la crisis económica mundial me obliga a aceptar trabajos extra para mantener nuestro piso en Madrid.

No nos queda tiempo para ir a la ciudad con frecuencia. Hace un mes fallece nuestro padre, Don Antonio. Organizamos el funeral y repartimos los gastos a partes iguales entre nosotros y Javier.

Javier vuelve a llamarme y vuelve a pedir que le traslade mi cuota de la casa de campo. Su único argumento es que pasó tres años cuidando a nuestro padre. Me sorprende, pues Don Antonio cobraba una pensión mensual que también les llegaba a sus nietos. ¿Qué necesita un hombre de su edad y en una granja?

Él entiende todo muy bien, pero yo no comprendo del todo a qué se refiere con cuidado. Nuestros padres nunca dijeron que la casa quedaría sólo para él; no quiero que nuestra relación se dañe, pero tampoco entiendo por qué debería renunciar a algo que me corresponde. Tengo un préstamo que debo amortizar y nuestro hijo podría recibir también una ayuda de sus abuelos.

Ahora no sabemos qué hacer; no le he dado una respuesta clara a Javier y sólo le he dicho que antes debo consultar con mi mujer. Necesitamos encontrar una manera de resolver la situación sin romper los lazos familiares.

Rate article
MagistrUm
Ayer, mi hermano me llamó y me pidió que le cediera mi parte de la casa de campo. Su argumento fue que había estado cuidando de nuestro padre durante los últimos tres años.