¿Por qué deberías dejar de invitar a huéspedes a tu casa? Desde mi experiencia

Hace poco decidí que ya no invito a gente a casa. Y no, no es porque quiera ahorrar los euros que gastaría en la cena. Vivo en una casita con jardín en las afueras de Madrid, tengo todo lo necesario: la cocina, la mesa y el espacio para montar una buena comida.

Te cuento por qué me he cansado de recibir visitas. Preparar platos para los invitados me ocupa horas, y después viene la faena de volver a dejar todo impecable. Claro que sé cocinar y lo hago bastante bien, pero pasar la mitad del día entre ollas y sartenes no me da ninguna alegría. Cuando son mis hijos o mi marido, me gusta improvisar algo nuevo, pero para agradar a amigos y familiares tengo que invertir energía que ya no quiero gastar. Cada vez que llegan, me veo obligada a pasarme la mañana entera en la cocina, mientras ellos se relajan y disfrutan. Y, como siempre, nadie se ofrece a ayudar; vienen a descansar, no a currar. Después de que se van, me quedan horas más de limpieza.

No es que dejen la casa hecha un desastre, ni que tiren papelitos de caramelos por el suelo. Pero el orden se va al garete: los muebles se desplazan, los niños dejan juguetes por toda la sala, hay que cambiar la ropa de cama y quitar manchas de la cortina. Una vez un niño dejó caer una maceta de la ventana; tuvimos que recoger la tierra, lavar el suelo y replantar la flor. También se han roto alguna que otra cerradura o picaporte.

Los niños de los demás son un caso aparte. No puedo vigilarles todo el rato, y mucho menos castigar a los hijos de otras personas. Sus padres están ocupados charlando con otros conocidos o con la familia. Así que, además de cocinar, termino haciendo de limpiadora general del apartamento.

Los invitados siempre quieren saber más de nuestra vida familiar. Por ejemplo, cuando sé que viene gente, evito lavar la ropa, incluso la ropa interior, y escondo todo en los armarios. Pero eso no les impide preguntar por dentro y abrir los cajones. También hay quien hurgan en la cocina como si fuera una inspección oficial, y eso me saca de quicio porque se siente como una invasión a nuestro espacio privado. Nuestra vivienda es pequeñita, llena de muebles, jarrones y plantas colgantes, y los visitantes siempre arrancan una ramita para llevársela a casa.

A veces pensé que tal vez era yo la que recibía mal a la gente. Pero al ver cuántas visitas he tenido, comprendí que no quiero seguir gastando mi energía en cocinar y luego volver a limpiar. Prefiero quedar en plan ¿nos vemos para un café? en una terraza, dar una vuelta por el parque y volver a casa a encontrarla perfectamente ordenada. Así, sin estrés, con la casa limpia y sin tener que pasarme la tarde cocinando para los demás.

Rate article
MagistrUm
¿Por qué deberías dejar de invitar a huéspedes a tu casa? Desde mi experiencia