No eres mujer, eres sirvienta. ¡No tienes hijos! dice la suegra.
Mamá, Soledad se ha mudado aquí. Estamos reformando el piso y no se puede vivir en él. Hay una habitación libre, ¿por qué tendría que quedarse en el polvo? comenta Joaquín, el marido de Soledad.
A él no le incomoda la idea, pero a su esposa y a su madre sí. La madre detesta a la nuera.
Tengo que trabajar, no puedo estar aquí susurra Soledad.
Soledad teletrabaja, necesita silencio y tranquilidad. Joaquín pasa todo el día en la oficina, así que no es fácil compartir techo con la suegra. Además, Soledad está acostumbrada a estar sola en casa, por lo que nadie le molesta.
Soledad mira a la suegra sin saber qué decir. La mujer no quiere que Soledad ocupe su casa, pero no parece haber alternativa. Se sientan a la mesa y empiezan la cena.
Soledad, pásame la ensalada especial pide Joaquín.
Joaquín, no comas esa mezcla. Te he preparado otra, es más saludable reclama la suegra.
El rostro de Soledad cambia. Su marido es alérgico al tomate; ¿cómo pudo olvidar la suegra ese detalle? Cuando Joaquín era niño, ella nunca le prestó atención. Ahora dice que no hay necesidad de ir al médico, que con una pastilla se curará.
Tiene alergia. ¿Por qué has puesto tomate en la ensalada? pregunta Soledad.
¿Qué dices? Solo hay un tomate, no pasa nada responde la suegra.
Se va a enfermar.
Soledad, cálmate. No tiene alergia. Su propia madre lo conoce mejor que tú.
Yo soy su esposa. Me ocupo de él.
No eres esposa, eres sirvienta. ¡No tienes hijos! Cuando los tengas, hablaremos.
Soledad se levanta de la mesa y corre al dormitorio. Cada vez que la suegra habla, le toca un punto sensible. Joaquín se apresura a consolarla.
Joaquín, lo siento. Mejor me voy a casa de mis padres o a la oficina. No viviré bajo el mismo techo que tu madre.
Déjame hablar con ella. ¡Se callará!
No, ya lo hemos repetido mil veces. No vamos a llegar a un acuerdo bajo el mismo techo.
Deciden alquilar un piso por un tiempo para evitar otro escándalo familiar. La suegra se queja, pero no tiene otra opción. Soledad, por su parte, no puede evitar sentirse agradecida por tener un marido tan comprensivo y generoso.






