Mírala se cree importante. Pobrecilla, con ese maletín destartalado. Isabel escuchó esos murmullos mientras apretaba con más fuerza su maletín de piel desgastada. No era de lujo, ni reluciente, pero para ella guardaba todos sus sueños. Soñaba con ser una gran empresaria, aunque no tenía un hogar, ni un duro, ni siquiera un lugar fijo donde pasar la noche.
Un día, oyó hablar de un evento en Madrid donde los grandes magnates compartirían secretos para triunfar en los negocios. *Iré*, pensó. Llegó con su humilde vestido y su maletín entre los brazos. La gente soltó risitas, cuchicheó y la miró con desdén.
Aun así, avanzó con paso firme hacia el escenario.
Quiero decir algo rogó. El presentador la cortó en seco:
No vamos a permitir que una cualquiera sin recursos estropee nuestro acto.
Entonces, un hombre de traje impecable, don Rodrigo Méndez, se levantó:
Si tuvo el valor de venir, merece ser escuchada.
Le pasaron el micrófono. Isabel respiró hondo, abrió su maletín y sacó un boceto cuidadosamente guardado.
Hace meses soñé con un coche uno como nadie ha visto jamás. Y sé cómo construirlo.
Don Rodrigo examinó los trazos y sus ojos brillaron.
Esto es revolucionario. Supera todo lo presentado hoy.
La invitó a comer en el Sobrino de Botín, escuchó su historia y, antes de que anocheciera, firmaron un contrato. En menos de un año, Isabel era dueña de la mayor concesionaria de coches de lujo en Barcelona. Nunca abandonó su viejo maletín: le recordaba sus orígenes.
Recuerda esto: muchos te juzgarán por las apariencias, otros se mofarán de lo que no comprenden, y algunos te cerrarán la puerta antes de dejarte hablar. Pero si crees en tu visión y tienes el coraje de defenderla, un día esas mismas voces que te menospreciaron serán testigos de tu triunfo y tú caminarás con orgullo, sabiendo que nunca dejaste que nadie robara tu sueño.
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