**Murillo ha desaparecido**
¿Carmen, estás en casa? Iván entró de golpe en el piso y se quedó paralizado al ver a su mujer en el recibidor. Estaba agachada, sollozando sin control. No he entendido nada de lo que me decías por teléfono. Llorabas tanto que no se te oía bien. Luego, para colmo, se me acabó la batería. ¿Qué ha pasado, Carmen? Estás hecha un desastre.
Murillo ha desaparecido logró decir Carmen entre lágrimas. No está en casa.
¿Cómo que ha desaparecido? Iván se quedó atónito. ¿A dónde demonios podría haberse ido? Explícamelo bien. ¿Seguro que no se ha escondido por algún rincón?
No. Tu hermana Laura En fin, dijo que Murillo se escapó al portal cuando salió con Lucas a dar un paseo. Pero ya sabes, Iván, nuestro Murillo Él jamás saldría solo. ¿Para qué iba a querer la calle, donde casi se muere? Creo que lo soltó a propósito
¿Qué? Iván apretó los puños. ¿Dónde está ella ahora? ¿Dónde está Laura?
Creo que ha ido al supermercado No lo sé. Llevo buscando a Murillo todo este tiempo, pero no está por ninguna parte. Y nadie lo ha visto. ¿Cómo puede ser, Iván? ¿De verdad hay gente capaz de ser tan ruin? Tirar a un ser indefenso a la calle. En pleno invierno. ¿Es que no tienen corazón?
La gente normal, no. Pero Laura Laura sí. Además, ya ha hecho algo parecido antes. No te preocupes, hoy sera la última vez que pise este piso. ¡Y encontraré a Murillo!
***
Un mes atrás
Iván caminaba hacia la parada del autobús cuando algo gris bajo la nieve llamó su atención.
Al principio pensó que era una piedra, pero algo no cuadraba: la piedra temblaba, como una vieja nevera soviética.
Quizá eso fue lo que le hizo acercarse. Nunca había visto una piedra tiritar de frío.
Al llegar, descubrió que no era una piedra, sino un pequeño gatito gris.
Vaya murmuró Iván, rascándose la nuca. ¿Qué haces aquí, pequeño?
Era una pregunta retórica. Cualquiera sabía qué hacía un animal doméstico en la calle: sobrevivir como podía. El gatito no maullaba, no pedía ayuda. Solo se limitaba a tiritar, resignado.
Iván lo recogió con cuidado, quitó la nieve de su pelaje y lo metió bajo su abrigo, apretándolo contra el pecho mientras corría hacia el autobús.
De camino a casa, recordó que Carmen llevaba tiempo queriendo un gatito asígris y atigudo, pero nunca encontraban el momento de ir a una protectora.
Y ahora el destino se lo había puesto en su camino.
Carmen, tengo una sorpresa para ti anunció Iván al llegar.
Ay, últimamente me mimas mucho sonrió ella, saliendo al recibidor. Primero los pendientes de oro, luego el móvil nuevo, las entradas de cine ¿Ahora qué? ¿Un viaje a Sierra Nevada?
¡Mejor! Iván abrió la cremallera de su abrigo y sacó al gatito. ¡Mira! Lo encontré en la calle. ¿No querías uno así? Gris y atigrado.
Dios mío susurró Carmen. Está helado, pobrecito. Dámelo, lo calentaré. Y tú, quítate el abrigo, lávate las manos y vente a la cocina. La cena está lista.
Así llegó Murillo a sus vidas.
Pasaron días decidiendo su nombre, barajando opciones, pero al final se quedaron con lo clásico.
Murillo le va mejor que Tomás o Lucas opinó Carmen.
Estoy de acuerdo asintió Iván.
El gatito se adaptó rápido. En dos semanas, ya eran inseparables.
Hasta que un domingo, al amanecer, llamaron a la puerta.
¿Quién viene a estas horas? Iván se frotó los ojos. Eran las seis y media.
¿Serán los