«Nunca me perdonarás por esto» — gritó su hermana cuando Ignacio decidió abandonar a la familia, sin ceder a las manipulaciones por su sobrina

**Diario Personal**
Hoy fue un domingo difícil. Mientras almorzaba en casa de mi madre, noté que ella y mi hermana se miraban y se reían con complicidad, algo que no es normal en ellas.
«Seguro que están tramando algo», pensé con nerviosismo. «Otra vez querrán meterse en algún lío. Son tan crédulas que cualquier estafador las engaña. Y lo peor es que nunca reconocen sus errores hasta que es demasiado tarde. Mamá, bueno, es mayor, pero mi hermana ¿Por qué cae siempre en esas tonterías? ¡Si no es tonta!»
Volví a mirarlas, y luego a mi sobrina, que estaba callada, ensimismada, como si el mundo entero no existiera. Para romper el silencio, le pregunté:
Bueno, Leticia, ¿qué tal la universidad? ¿Te gusta?
Sí, tío, mucho. Todo va genial. Solo que me miró con timidez.
¿Qué pasa? dije, sorprendido. Yo también estudié allí y estoy muy contento. El título es prestigioso, conseguí trabajo enseguida. Gracias a eso pude labrarme una carrera.
Sí, Leti intervino mi madre, tu tío entró por mérito propio, sin enchufes. Estudió becado, sacó matrícula de honor. Todo lo logró solo. Deberías seguir su ejemplo. Nunca me dio problemas y siempre ayudó a tu madre.
Es verdad dijo Natalia, mi hermana, sonriéndome. Es el mejor hermano. Siempre ha estado ahí. Ayudó a criarte después del divorcio, Leti, y a mamá cuando papá murió. Es nuestro protector.
«Algo pasa pensé. Quieren algo de mí. Natalia nunca me habla así. Siempre me echa la culpa de su divorcio porque no me llevaba bien con su Pablo. ¿Cómo iba a llevarme bien con un holgazán que solo pensaba en salir de fiesta? Le conseguí trabajos, pero nunca duraba. Se quejaba del sueldo, decía que yo le buscaba empleos humillantes Y ahora soy el hermano perfecto. ¡Claro!»
Después del café, pasamos al salón. Por las miradas tensas, supe que lo importante estaba por llegar.
Escucha, Ignacio dijo al fin mi madre, tenemos un asunto
Es que, hermanito interpuso Natalia, Leti ya es mayor. No quiere vivir conmigo.
Es normal dije con una risa corta. Tiene novio, ¿verdad, sobrina?
Ella bajó la vista, ruborizada.
A su edad es lógico continué. Hay que ser independiente. Si no quiere vivir contigo, puede pedir una residencia universitaria.
¡Qué residencia ni qué nada! protestó mi madre. ¡Allí pasan cosas horribles!
¡No es verdad! dije firme. Todo está controlado. Además, le hará bien valerse por sí misma.
No nos entiendes dijo Natalia. Leti tiene diecinueve años. Tiene novio, un chico encantador, muy culto, se llama Adrián. Quizá lleguen a algo serio. Pero hay que pensar en su futuro. La residencia es temporal, ¿y después?
Después trabajará y alquilará algo. O pedirá una hipoteca, como todo el mundo. O puede irse a un pueblo con ayudas para jóvenes titulados.
¡No quiero irme a un pueblo! protestó Leti. Prefiero Madrid, pero dicen que los pisos son carísimos.
Por eso necesitamos tu ayuda dijo mi madre. Hemos ahorrado algo para Leti. Tú podrías pedir una hipoteca en condiciones especiales. Tu amigo del trabajo, Javier, nos contó del plan. Dice que te puede colocar.
No participaré en tramas ilegales dije. No tengo derecho a esa ayuda.
Javier dijo que hay formas
No quiero saber qué dijo Javier. ¡Es un fraude! No arriesgaré mi reputación. Yo me compré mi piso trabajando, sin atajos. Leti terminará la carrera, trabajará, y si necesitan ayuda, la tendrán. ¿Por qué la prisa?
Tío, quiero ser independiente insistió Leti. Podría trabajar para ayudar con la hipoteca
Natalia la fulminó con la mirada, pero ella siguió:
Mamá y la abuela pagarían la mitad. Tú solo ayudarías un poco. Lo importante es el plan, los intereses son bajísimos.
¡Ah, ya lo tenéis todo decidido! dije, indignado. Repartís mi dinero sin consultarme. ¿Por qué no decís directamente: «Ignacio, cómprale un piso a Leti»? Si quiere independencia, que se lo gane.
¡Ignacio, qué terco eres! gritó Natalia, con lágrimas. ¡Mírala, está llorando! Confiaba en ti, y la tratas como una extraña.
Tío lloriqueó Leti, esta oportunidad no volverá. Javier ya lo tiene todo arreglado. Solo necesitamos tu firma
¡Basta! corté. No participaré en esto. Y llamaré a Javier para advertirle. ¿Le diste dinero ya?
¡No le llames! gritó Natalia, pálida. Él quiso ayudarnos.
Ignacio dijo mi madre, decepcionada, eres su tío. ¿Quién las ayudará si no tú?
Mamá, no puedo traicionar mis principios dije, dolido.
¡Hoy has roto esta familia! gritó ella mientras yo salía.
Al cerrarse la puerta, un dolor agudo me atravesó el pecho. Como si hubiera cortado el último hilo que me unía a ellos.

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MagistrUm
«Nunca me perdonarás por esto» — gritó su hermana cuando Ignacio decidió abandonar a la familia, sin ceder a las manipulaciones por su sobrina