Mi perro no apartaba la mirada de algo debajo de la cama: me quedé hela al descubrir lo que le tenía tan concentrado
Últimamente he pasado muchas noches estudiando, y eso me tiene agotada. A veces me tiro en la cama sin ni siquiera cambiarme de ropa y me duermo en segundos. No le estoy dedicando suficiente tiempo a mi perro.
Ayer estaba especialmente cansada y decidí echarme una siesta. Me desperté de golpe por los ladridos de mi perro. Me entró un escalofrío de miedo, porque estaba ladrando justo delante de mí, y lo hacía tan fuerte…
Al principio pensé que solo quería salir a la calle, así que cogí su correa. Pero no se movió. Se quedó tirado en el suelo, mirando fijamente algo bajo la cama, sin apartar los ojos, como si hubiera algo invisible allí.
Pensé que quizá se le había atascado algún juguete debajo y no podía alcanzarlo. Me acerqué para ayudarle.
Y entonces, cuando miré bajo la cama, me quedé en shock. No podía creer lo que veían mis ojos…
La continuación de esta historia está en el artículo del primer comentario .
Mi perro no apartaba la mirada de algo debajo de la cama: me quedé hela al descubrir lo que le tenía tan concentrado
Me agaché y eché un vistazo bajo la cama.
Vi un movimiento rápido.
Un animalito pequeño estaba temblando ahí, con los ojos como platos, muerto de miedo.
Era una ardilla, diminuta, y parecía completamente aterrada.
Mi perro no apartaba la mirada de algo debajo de la cama: me quedé hela al descubrir lo que le tenía tan concentrado
Quizá había intentado esconderse en algún rincón y, al ver a mi perro, no se atrevía a salir.
Parecía exhausta, con las patitas temblorosas del susto.
Empecé a hablarle suavemente, para no asustarla más, mientras buscaba cómo solucionarlo.
Mi perro no apartaba la mirada de algo debajo de la cama: me quedé hela al descubrir lo que le tenía tan concentrado
No tenía ni idea de cómo había entrado en mi habitación, pero toda la escena parecía de película.
Al final, después de unos segundos, la ardilla dio un salto desesperado, salió disparada de debajo de la cama y corrió hacia la ventana abierta.
Suspiré, un poco avergonzada por todo el lío, pero no pude evitar sonreír al pensar en la ardilla que, al menos, había encontrado su escapatoria.