Un estudiante pobre, desesperado, se casa con una mujer rica de 76 años, y una semana después de la boda ella le hace una extraña propuesta

El pobre estudiante que, por desesperación, se casó con una mujer rica de 76 años, y una semana después de la boda, ella le hizo una oferta muy peculiar 🫣
Pablo Martínez, de 23 años, apenas podía mantenerse en pie. Su vida se había convertido en una lucha constante: su madre estaba gravemente enferma y llevaba años sin poder trabajar, su hermanita pequeña necesitaba cuidados diarios, comida, ropa y ayuda con los estudios.
Toda la carga económica medicinas, tratamientos médicos, facturas de la luz, comida recaía sobre él. Trabajaba como podía: de repartidor, de mozo de almacén, dando clases particulares a otros estudiantes pero el dinero nunca alcanzaba.
Las deudas crecían, los intereses lo ahogaban, y cada noche Pablo se preguntaba: «¿Hasta cuándo podré aguantar?».
Un día, un amigo lo presentó a una mujer peculiar. Tenía 76 años, pero conservaba una mente lúcida, un humor fino y una presencia imponente. Era millonaria, acostumbrada al lujo y a ser el centro de atención, pero también increíblemente sola. En su primera cena juntos, Pablo se dio cuenta de que no era solo una anciana adinerada, sino una mujer inteligente y segura de sí misma, que sabía escuchar y valorar a los demás.
Cuando ella le soltó de sopetón la propuesta casarse con ella, Pablo pasó varias noches en vela. El corazón le decía una cosa, la cabeza otra. Pero al mirar a su madre, necesitada de tratamiento, y a su hermana pequeña, pidiéndole dinero para los libros del colegio, tomó la decisión.
«Viviré unos años con esta señora, pero al menos mi familia no pasará necesidad», se convenció a sí mismo, intentando justificar su elección.
Una semana después de la boda, Pablo ya se había adaptado a la vida tranquila y algo fría en la enorme mansión de su nueva esposa. Dormían en habitaciones separadas, hablaban poco solo en el desayuno o la cena y nunca como un verdadero matrimonio.
Hasta que una noche, ella lo llamó a su despacho para hacerle una oferta que lo dejó helado.
El pobre estudiante que, por desesperación, se casó con una mujer rica de 76 años, y una semana después de la boda, ella le hizo una oferta muy peculiar
La tensión en el aire era palpable. Ella lo observó un buen rato por encima de sus gafas antes de hablar:
«No tengo herederos. Ni marido, ni hijos. Y sé perfectamente por qué te has casado conmigo. ¿Crees que no me he dado cuenta? Necesitabas dinero, no a mí».
Pablo intentó defenderse, pero ella alzó una mano, cortándolo en seco.
«No te justifiques. No te juzgo. Al contrario, respeto tu honestidad. Por eso te propongo un trato. Hasta el día de mi muerte, te quedas a mi lado. Para el mundo, somos marido y mujer. Pero no te exijo intimidad ni amor. Seguiremos durmiendo separados. Solo hay una condición: me serás fiel. Ni una sola mujer más. Ni un solo escándalo. Con que haya sospechas, lo perderás todo».
Hizo una pausa y añadió, con voz suave pero firme:
«Y otra cosa no desees mi muerte. Si alguna vez se descubre que mi fallecimiento no fue natural, tu herencia irá íntegra a la beneficencia. No quiero un asesino, sino un compañero leal. Alguien que me haga sentir menos sola».
El pobre estudiante que, por desesperación, se casó con una mujer rica de 76 años, y una semana después de la boda, ella le hizo una oferta muy peculiar
Pablo guardó silencio. Sentía alivio por no tener que fingir un matrimonio convencional, miedo por las condiciones tan estrictas y un extraño respeto hacia aquella mujer que lo tenía todo calculado.
«Piénsalo, Pablo. Tendrás más de lo que jamás soñaste. Pero solo si eres capaz de aguantar el paso del tiempo», concluyó ella.
Él sabía que su respuesta no solo decidía el futuro de su familia, sino también el suyo propio.

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Un estudiante pobre, desesperado, se casa con una mujer rica de 76 años, y una semana después de la boda ella le hace una extraña propuesta