Un perro se lanzó a la carretera y casi es atropellado: frené en seco, el can me miraba y ladraba con furia, hasta que descubrí esto en la hierba…

**Diario personal**
Hoy ocurrió algo que me dejó sin palabras. Iba por la autovía, cerca de Madrid, cumpliendo con mis quehaceres diarios. La carretera estaba casi vacía, solo algún que otro coche pasaba a lo lejos, y en la radio sonaba mi canción favorita. Iba relajado, sin prestar demasiada atención al camino.
Pero de repente, todo cambió.
Un perro apareció de la nada, cruzando la carretera justo delante de mí. Pisé el freno con fuerza, los neumáticos chirriaron, y el coche se detuvo a apenas unos centímetros de él. Casi lo atropello.
Lo extraño fue que el perro no se movió. Se quedó plantado frente al capó, mirándome fijamente con unos ojos brillantes. Ladraba con furia, como si intentara decirme algo.
Pensé: «¿Estará rabioso?». Dudé en salir del coche, pero algo en su mirada no era agresividad, sino desesperación. Era como si me suplicara ayuda.
Me fijé bien: era un perro cuidado, de pelaje blanco y negro, limpio, claramente no un callejero. Alguien lo quería.
Entonces, algo en la hierba de la cuneta llamó mi atención. Al principio creí que era un objeto, pero al mirar mejor, se me heló la sangre.
Era un bebé. Un niño pequeño, de unos seis meses, gateando torpemente sobre la hierba, estirando sus manitas hacia adelante.
Todo cobró sentido en un instante.
El niño había salido de la casa cercana. El perro lo vio y salió tras él, pero al notar el peligro, se lanzó a la carretera para detener el tráfico, arriesgando su vida. No ladraba sin razón: estaba pidiendo auxilio.
Salí del coche rápidamente y levanté al niño. Estaba intacto, solo asustado. El perro dejó de ladrar y empezó a gemir suavemente.
Llamé a la puerta de la casa, y al poco apareció una mujer, la madre. Al verme con el niño en brazos, palideció y luego rompió a llorar, entre el susto y el alivio.
Le conté lo sucedido y señalé al perro, que seguía sentado, vigilando al pequeño como si fuera su guardián.
La mujer se abalanzó hacia él, lo abrazó y murmuró entre lágrimas:
Le salvaste la vida
Y entonces lo entendí. No era solo un perro leal. Era un auténtico ángel de la guarda.

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MagistrUm
Un perro se lanzó a la carretera y casi es atropellado: frené en seco, el can me miraba y ladraba con furia, hasta que descubrí esto en la hierba…