La suegra que arruina mi paz.

Mi ex suegra no me deja vivir

Mi ex marido sigue con su vida, criando a su nuevo hijo, pero su madre aún no me da tregua. Según ella, así demuestra su preocupación por su nieta. Sería mejor que vigilara que su querido hijo pague la manutención a tiempo.

Viví con Adrián seis años. Fue un infierno. Huyé de él sin miedo a quedarme sola con una niña pequeña. Por mucho que mis familiares me dijeran que una hija necesita padre, yo sabía que no soportaría más sus borracheras y sus escapadas.

Isabel Martínez nunca me respetó. Pero después del divorcio, empezó a fijarse mucho en mí, usando como excusa a mi hija. Supongo que temía que, tras la separación, nadie le daría ni un vaso de agua.

“¿Por qué te quejas? Si no te pega, trae el sueldo a casa. Es un hombre normal”, se lamentaba mi suegra.

O sea, hay que aguantar a un tipo solo porque no te deja moratones. Claro que sí. Sabía que discutir era inútil, así que ignoraba sus sermones. Tampoco reclamé la manutención, para que mi ex no exigiera nada a cambio. Eso sí, él prometió ayudarme por su cuenta. Ay, qué iluso.

A los seis meses, mi ex se volvió a casar. La noticia de que esperaban un bebé no pareció alegrar a mi suegra. En vez de eso, me vigilaba e insistía en reconciliarme con su hijo. Venía a mi casa sin avisar, siempre con la excusa de ver a su nieta. Pero sabía que solo quería fisgonear.

¿Por qué antes no mostraba tanto interés por mi hija? Estaba claro: solo quería controlar mi vida.

Tras el divorcio, empecé de cero. Antes no me separaba de los fogones ni de la fregona, sin tiempo para amigas o salir del parque. Ahora me dedico más a mí. Los fines de semana vemos a mis padres, vamos a la finca, al cine o al zoo.

“Deja de llevar a la niña de aquí para allá. Que aprenda a hacer labores del hogar”, me reprochó mi ex suegra una vez.

“Los fines de semana son para descansar. A ella le gusta, y tus cacerolas y fregonas pueden esperar.”

Ella quería que me quedara en casa llorando por mi ex. ¡Y que una niña de ocho años ya cocinara y fregara! ¿Para qué? Creo que los niños deben disfrutar su infancia, ya habrá tiempo para responsabilidades. Ella recoge sus juguetes, pone la mesa… suficiente para su edad.

“No sabes llevar una casa, y tu hija seguirá tus pasos”, soltaba mi suegra.

Una vez olvidé tirar un cepillo de dientes viejo y puse uno nuevo en el vaso. Ahí ya pensó que traía hombres a casa con mi hija presente. Ni me molesté en explicarme: soy adulta y hago lo que quiero.

“¡No tienes derecho a tener vida sentimental! Eres madre, ocúpate de tu hija, no de hombres”, gritó en el portal.

“¿Y tu hijo sí puede? ¡Si ya está esperando otro bebé!”

“Tú lo dejaste, y los buenos partidos no crecen en los árboles.”

Le dije que no viniera más a amargarme el día. Si quiere ver a su nieta, quedamos en el parque. Pero en mi casa, no. Ahora me amenaza con los servicios sociales. Pero no tengo miedo: soy una buena madre, por mucho que ella invente.

Rate article
MagistrUm
La suegra que arruina mi paz.