A los 56 años, el amor lo llevó a dejarlo todo, pero ella no lo necesitó.

**Entrada del diario:**

Esta historia podría parecer común, pero aún así tiene su enseñanza. Una pareja pasaba de los cincuenta, ya habían celebrado sus bodas de plata. Tenían dos hijos, ahora adultos e independientes. Su vida juntos transcurría en calma, sin grandes fuegos artificiales de emoción, pero también sin gritos ni peleas constantes. Lo único atípico era el carácter del marido, Julián, siempre hosco. Su expresión le añadía años a los 56 que constaban en su DNI.

Todo cambió de repente con la llegada de una nueva compañera de trabajo. No era precisamente joven, pero le llevaba unos 20 años a Julián. De pronto, su rostro empezó a mostrar emociones, y todas positivas. Pronto, todo el departamento supo del romance entre Julián y Lucía.

Con algunos compañeros, Julián comenzó a compartir sus alegrías y preocupaciones. Incluso soltó, casi sin querer, que Lucía le insistía en que se divorciara. Al final, los rumores se hicieron realidad. Julián dejó a su familia y alquiló un piso donde se mudó con Lucía. Por el respeto que aún sentía hacia su matrimonio, dejó todo el patrimonio a su exmujer, empezando de cero.

Con el tiempo, la joven esposa quiso tener hijos, y Julián también deseaba agrandar la familia. Sin embargo, al descubrir que Lucía era estéril, tuvieron que pagar a una madre de alquiler. Pero mientras la gestante llevaba a los bebés, Lucía decidió que la maternidad no era para ella.

La historia terminó con otra separación. Julián se quedó en un piso que no era suyo, solo con dos niños pequeños. Por buscar emociones nuevas y brillantes, pagó con su patrimonio y una familia estable, pero la mujer no lo valoró.

**Lección aprendida:** A veces, la búsqueda de lo pasajero nos quita lo que ya teníamos construido. La felicidad no siempre está en lo nuevo, sino en lo que se deja atrás sin darse cuenta.

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MagistrUm
A los 56 años, el amor lo llevó a dejarlo todo, pero ella no lo necesitó.