Rompí lazos con mi madre por apoyar a mi ex y culparme del divorcio

Hoy escribo esto en mi diario con un nudo en la garganta, pero también con alivio. Corté todo contacto con mi madre porque se puso del lado de mi exmarido y me culpó a mí de nuestro divorcio.

Mi madre dejó claras sus prioridades mucho antes de que yo me marchara de mi primer matrimonio. Lo elevó a los altares y a mí me convirtió en la responsable de cada pelea, de cada malentendido. Después del divorcio, siguió hablando con él y no perdía ocasión de recordarle a mi actual esposo lo “perfecto” que era su primer yerno.

Estas conversaciones, claro, solo envenenaban mi relación con mi marido y con ella. Hasta decidí: si mi madre valora tanto a mi ex, que se quede con él. Yo me bajo de este drama.

Con José Carlos nos casamos justo después de la universidad. Fue un romance apasionado, todo sucedió muy rápido y a los pocos meses celebramos una boda de ensueño. Mi madre estaba encantada con su yerno, casi lo adoraba. Al principio me parecía tierno, luego empezó a irritarme.

Los primeros seis meses fueron maravillosos: cariño, amor, complicidad. Pero algo se rompió después. Mi marido comenzó a mostrarse agresivo, irritable, cruel. Las peleas eran constantes. Varias veces me refugié en casa de mi madre, buscando consuelo, pero solo recibí reproches. Ella siempre tomó su parte.

Cuando me visitaba, lo primero que decía era: la casa no está limpia, la comida no está buena, la ropa mal planchada. Ni mis explicaciones sobre el cansancio del trabajo o mi salud le importaban. «¡Una mujer debe ser el alma del hogar! Si no te gusta, que sea tu marido quien se queje. Él es un buen partido, y tú… ni gracia tienes, y encima con ese carácter», repetía como un mantra.

Intenté recordarle sus dos divorcios, pero solo logré un torrente de insultos. Con José Carlos estuvimos poco más de dos años. Todo terminó la primera vez que me pegó. Recogí mis cosas en silencio y me fui. A la mañana siguiente, presenté los papeles del divorcio.

Mi madre estalló de furia. Dijo que si un hombre levanta la mano, la culpa es de la mujer. José Carlos volvió, pidiendo perdón, amenazando con suicidarse. Ella me presionó todo lo que pudo. Pero me mantuve firme. A los meses, me mudé de su casa. No soportaba más sus comentarios sobre cómo había perdido a “un marido tan valioso”. Me costó un año recomponerme.

Y entonces llegó Alejandro. Dulce, atento, comprensivo. Salimos mucho tiempo y, al año y medio, nos casamos. Oculté la relación de mi madre, sabiendo su reacción. Como imaginaba, en cuanto lo conoció, empezó a compararlo con José Carlos. Y no precisamente a su favor.

Ni en su propio cumpleaños se contuvo. Invitó a mi ex y pasó la noche elogiándolo y humillando a Alejandro. Nos fuimos antes de tiempo. Después, ella redobló sus insultos por teléfono: que me había casado con un don nadie, que no estaba a mi altura. Mis súplicas para que parara solo empeoraban las cosas.

Un día desperté y entendí: mi madre estaba destruyendo mi autoestima, mi matrimonio, mi paz. Me dio miedo el futuro. Por mi marido, al que amo. Por los hijos que podríamos tener, a los que ella también maltrataría. No quiero que nadie les diga que “no son suficientes”, como me dijeron a mí.

Así que tomé una decisión: no volveré a hablar con mi madre. Quiero vivir mi vida. No dejaré que mi matrimonio se arruine por su veneno. Si ella prefiere a mi ex, que se quede con él. Yo elijo a quien me ama de verdad.

Y saben algo… por primera vez en años, me siento libre.

**Lección aprendida:** A veces, la familia no es sangre, sino quien te cuida el alma. No dejemos que nadie, ni siquiera los nuestros, apague nuestra luz.

Rate article
MagistrUm
Rompí lazos con mi madre por apoyar a mi ex y culparme del divorcio