Mi esposo se cree el centro del universo y ahora pone condiciones.

Mi marido Javier últimamente se ha creído el ombligo del mundo y ha decidido que puede ponerme condiciones. Y no cualesquiera, sino de esas que me hielan la sangre en las venas. Me ha amenazado con divorciarse si no dejo de ver a mi hija Lucía, fruto de mi primer matrimonio. ¿En serio? Es mi hija, mi sangre, mi vida. ¿Y él cree que puede borrarla de mi corazón con sus exigencias? Todavía no me creo que la persona con quien compartí años de mi vida haya llegado a esto.

Todo empezó hace unos meses. Javier siempre ha tenido carácter, pero antes lo veía como fortaleza, no como defecto. Es seguro, decidido, acostumbrado a salirse con la suya. Cuando nos casamos, pensé que había encontrado un compañero fiel que me apoyaría y aceptaría a mi familia. Lucía entonces solo tenía cinco añitos. Desde el primer día se encariñó con Javier, lo llamaba “papá Javi”. Me hacía feliz viéndolos llevarse bien. Pero con el tiempo algo cambió.

Empezó a distanciarse de ella. Al principio eran detalles: dejó de preguntarle por su día en el colegio, ya no jugaba con ella como antes. Lo atribuí al cansancio —trabaja mucho, llega tarde a casa—. Pero luego se irritaba cuando hablaba de Lucía. “Le dedicas demasiado tiempo”, soltó una noche durante la cena. Me quedé de piedra. ¡Si es mi hija! Vive con mi madre, Carmen, en un pueblo cercano, y solo la veo los fines de semana. Esos momentos son mi consuelo, mi manera de seguir siendo su madre a pesar de la distancia.

Luego vinieron los ultimátums. Hace un mes, Javier se plantó frente a mí en la cocina, cruzó los brazos y dijo con voz fría: “No quiero que sigas yendo a ver a Lucía cada semana. Está afectando a nuestra familia”. ¿A qué familia?, pensé. No tenemos hijos juntos, y Lucía es parte de mí. Intenté hacerle entender que no puedo abandonar a mi hija, que ya sufrió nuestro divorcio, que necesita mi cariño. Pero él solo espetó: “Ya es mayor, se apañará. Si no paras, pediré el divorcio”.

Me quedé helada. ¿Divorciarse porque quiero ser madre de mi hija? Era tan absurdo que ni reaccionar supe. Ahí entendí que quien creí mi sostén solo me ve como alguien que debe obedecerle. No quería limitar mi relación con Lucía —quería controlar mi vida.

Empecé a recordar otras cosas: cuando criticaba a mi madre por “malcriar” a Lucía, cuando torcía el gesto si le compraba regalos o pagaba sus actividades. O aquella vez que dijo “el pasado debe quedarse atrás”, refiriéndose a mi primer matrimonio y a mi hija. Entonces no le di importancia, pero ahora todo encajaba. No es que no aceptara a Lucía —es que quería borrarla de nuestra vida.

No sé qué hacer. Por un lado, quiero hacer las maletas e irme ahora mismo. No puedo vivir con alguien que me pone estas condiciones. Pero por otro, me da miedo. Llevamos siete años juntos, compartimos casa, proyectos. He invertido tantas ilusiones en esta relación. ¿Y cómo le explico a Lucía que su madre vuelve a estar sola? Ya me pregunta por qué el papá Javi no llama ni visita. ¿Cómo le digo que quiere que la olvide?

Mi madre Carmen me dice que debo proteger a mi hija, aunque signifique perder a mi marido. “Nunca te perdonarías si lo eliges a él en lugar de a Lucía”, me dijo por teléfono. Y tiene razón. Lucía no es solo parte de mi pasado, es mi corazón, mi responsabilidad. Recuerdo tenerla en brazos al nacer, su primera sonrisa, sus primeros pasos. No la traicionaré por alguien que la ve como un problema.

Pero Javier no cede. Hace días repitió su amenaza, más dura: “O eliges a tu hija o me eliges a mí. No pienso compartir a mi mujer con su pasado cada semana”. Callé, porque cualquier respuesta lo enfurecería más. Pero dentro de mí ya había decidido: nunca dejaré de ver a Lucía. Ni aunque me cueste el matrimonio.

Ahora pienso en cómo seguir. Quizá deba hablar con un abogado, buscar un mejor trabajo para ser independiente. Hasta me planteo mudarme cerca de Lucía. Da miedo, pero también esperanza. Quiero que sepa que su madre estará siempre ahí, pase lo que pase.

Javier cree que sus amenazas me doblegarán. Se equivoca. No soy de las que viven bajo reglas ajenas, menos si exigen renunciar a lo que más quiero. Elegiré a Lucía. Y si toca empezar de cero, lo haré. Por ella. Por nosotras.

Rate article
MagistrUm
Mi esposo se cree el centro del universo y ahora pone condiciones.