«Mi vida cambió inesperadamente al encontrarme con un bebé: no estaba preparada para este giro»

Desde que me dejaron un bebé en brazos, mi vida se desmoronó: no estaba preparada para un giro así

Desde que llegó el niño adoptado, todo cambió, y desafortunadamente, no para mejor.

Lucía y su esposo Javier criaban a su hija Sofía, de ocho años. Aunque su familia parecía completa, sentían que podían dar amor y cuidado a otro niño. Decidieron adoptar a un niño de un orfanato, a pesar de las advertencias de sus familiares.

—Mis padres no apoyaron la idea —recuerda Lucía—. Mi madre decía: «¿Para qué quieren un niño ajeno? ¿Quién sabe qué genes o enfermedades tendrá?». Pero Javier y yo estábamos seguros de nuestra decisión y no hicimos caso a los demás.

Tras meses de trámites, llegó a su hogar Mateo, un niño de cinco años. Era callado y tímido, pero creían que con cariño se integraría. Desde el principio, decidieron no contarle que era adoptado, esperando que con el tiempo se sintiese parte de la familia.

Sin embargo, al poco tiempo empezaron a pasar cosas inquietantes. Un día, Lucía encontró la muñeca favorita de Sofía destrozada con tijeras.

—Fue un shock —cuenta—. Mateo estaba ahí, mirándome en silencio. Le pregunté por qué lo había hecho, y solo se encogió de hombros.

Acudió a un psicólogo infantil, quien le explicó que ese comportamiento podía deberse a traumas del orfanato y le recomendó paciencia. Intentaron seguir los consejos, pero la situación empeoró.

En la guardería, Mateo empezó a decir que no lo alimentaban y que lo castigaban. Pronto, aparecieron servicios sociales en su casa.

—Fue humillante —confiesa Lucía—. Siempre dimos lo mejor a nuestros hijos, y ahora nos acusaban de maltrato.

La inspección no halló irregularidades, pero el daño estaba hecho. Javier insistió en devolver a Mateo al orfanato.

—No aguanto más —le dijo—. Está destrozando la familia. Sofía le tiene miedo, y yo me siento impotente.

Lucía estaba dividida entre su amor por Javier y su responsabilidad hacia Mateo. Esperaba que las cosas mejorasen, pero el niño se volvió más agresivo, amenazando a todos. Finalmente, Javier pidió el divorcio y le dio un ultimátum: o devolvían a Mateo, o se separaban.

—Fue la decisión más difícil de mi vida —admite Lucía—. Amaba a mi marido, pero no podía abandonar a Mateo.

Tras el divorcio, Lucía se quedó sola con los dos niños. Intentó atenderlos a ambos, pero el estrés la llevó a un colapso nervioso.

—Entendí que no podía seguir así —dice—. No podía darle a Mateo el cuidado que necesitaba.

Con el corazón roto, decidió devolverlo al orfanato. Fue doloroso, pero sabía que era lo mejor para todos.

—Ojalá encuentre una familia que pueda darle lo que yo no pude —dice Lucía entre lágrimas.

Ahora se centra en criar a Sofía y recuperar su paz interior.

Rate article
MagistrUm
«Mi vida cambió inesperadamente al encontrarme con un bebé: no estaba preparada para este giro»