Después de 7 años planeando mi boda soñada, ¡él me traicionó!

Tras siete años planeando una boda con el hombre de mi vida, ¡me clavó un puñal por la espalda!

Me llamo Catalina Delgado y vivo en Toledo, donde el Tajo serpentea entre casas centenarias. Mi historia puede parecer sencilla, pero me desgarra el alma. Iba a casarme con quien creí mi destino, y me traicionó de un modo que aún me quita el aliento.

Conocí a Diego hace siete años. Ni una discusión, ni un día sin complicidad. Éramos como dos mitades unidas en un solo ser. A los cuatro meses me mudé a su casa en Madrid; no soportábamos estar separados. Forjamos mil recuerdos que llevaré en el alma hasta el último suspiro. A veces jugábamos como críos: risas, carreras, escondites por los pasillos. Otras veces nos amábamos con una urgencia que nos dejaba temblando, como si el mundo fuera a acabarse.

Nunca sentí algo así con nadie. Diego era mi roca: fuerte, tierno, el dueño de mis noches y amaneceres. El 8 de agosto cambió todo. Me despertó con tostadas, café humeante y su sonrisa. Luego, entregamos horas al amor, lentos, como si el tiempo no existiera. Estábamos de vacaciones en Mallorca: playas de aguas turquesas, atardeceres de fuego. Una fantasía.

Mientras él se duchaba, llamaron a la puerta. Un desconocido me entregó siete rosas carmesí y una nota: «Te amo. D.» El corazón me latió con fuerza. Besé a Diego, agradecida, y bajamos a la playa. En recepción, otro joven me dio otra rosa. Hacia la arena, seis personas más me regalaron flores. Al llegar, tenía siete pétalos escarlata: uno por cada año juntos. Él guiñó un ojo: «Quería sorprenderte.» Al caer el sol, entramos al mar. De pronto, se arrodilló entre las olas: «Catalina, ¿serás mi esposa?» El mundo giró. «¡Sí!», grité entre lágrimas.

Todo se desvaneció en diciembre. Viajó a Barcelona por trabajo. Volvió distante, con mirada vacía. Tras tres días de silencio, confesó: había dormido con una compañera. «Bebimos de más… las cosas se dieron solas.» Mi universo se hizo añicos. El hombre que juró ser mi oxígeno me rompió el pecho. Lloré. Él también, pero sus lágrimas eran falsas.

Al día siguiente, recogí mis maletas. Suplicó que me quedara, gritó que me amaba. Di un portazo y desaparecí de su vida. Luego vinieron llamadas, noches de llanto compartido. El dolor no cesa: su traición quema como hierro al rojo. Aún lo amo, pero el rencor envenena cada recuerdo. Nos vimos tres veces tras la ruptura. Cada vez quise correr a sus brazos, pero me contuve. Es un veneno que no puedo tragar.

Anhelo volver a cuando era mi héroe, pero temo que destroce lo que queda de mí. Camino por Toledo, veo parejas tomadas de la mano y me siento un fantasma. Él era mi todo, y ahora soy náufraga sin puerto. Necesito consejo: ¿dejarlo atrás o dar otra oportunidad? El dolor me ahoga. ¿Qué hago con este amor que se volvió tormento?

Rate article
MagistrUm
Después de 7 años planeando mi boda soñada, ¡él me traicionó!