María se quedó sola. Antes tenía marido, tres hijos y una familia feliz. Y ahora, cuando su marido falleció y sus hijos se mudaron por el mundo, se quedó sola. Vivía sola en el pueblo, y sus parientes lejanos vivían en el pueblo vecino. Mientras María pudo valerse por sí misma, fue la dueña de su casa. Pero cuando se debilitó y no pudo valerse por sí misma, sus parientes la acogieron. La casa de su abuela en el pueblo se vendió, y los ingresos fueron buenos, pero utilizaron el dinero para renovar la habitación de su abuela. Le compraron ropa y ropa interior nuevas y empezaron a vivir juntos.

Esta familia vivía muy pobremente. El padre era agricultor y la madre maestra de pueblo. La familia también tenía tres hijos propios y dos adoptados. Apenas llegaban a fin de mes con el sueldo de sus padres, pero nunca ofendieron a su abuela. La cuidaban como a su propia madre: siempre le daban de comer a su hora, la cambiaban de ropa, la lavaban y la ayudaban a ir al baño. Y la abuela siempre les contaba cuentos chinos por eso. Ya había empezado a padecer esclerosis múltiple y demencia senil, y no entendía lo que decía.
Una vez María repitió varias veces que un ladrón había entrado en su granero. Insistió tanto que el cabeza de familia tuvo que ir al granero para asegurarse de que todo estaba bien. El hombre se quedó francamente sorprendido cuando entró en el granero y vio a un vecino robándoles las patatas y las coles. Desde entonces, escuchan con más atención las divagaciones de la abuela.
Un día, el hijo mayor de la familia iba al mercado con un amigo. La abuela no paró de repetir durante toda la mañana que iba a ocurrir un terrible accidente y que el chico debía quedarse en casa. Los padres hicieron caso a la anciana y decidieron que su hijo no fuera. El Marcos del vecino fue solo y, al volver, chocó contra un árbol y murió. Fue una tragedia terrible para todo el pueblo…
Después de varias situaciones así, todos empezaron a escucharla, sin hacer preguntas. Y aunque María era ciega entonces, sentía con el corazón el cariño y el calor que le daban sus parientes lejanos.