Una amiga intenta enseñarme cómo no parecer una abuela a los cincuenta y cinco años

No me gusta salir con Mónica. Es una persona estirada. Lo sabe todo mejor que nadie; tiene mejor aspecto que nadie; su marido es mejor que nadie. Desde el instituto, le gusta dar clases particulares a todo el mundo porque una vez fue considerada la chica más guapa de su clase. Su afición por todo tipo de productos de belleza, por la gimnasia extraña y por los consejos se extiende desde entonces. Esto último es lo que más adora.

A pesar de mi reticencia a comunicarme con Mónica, tenemos que corresponder incluso en la misma red, porque me envía constantemente entrenamientos online o técnicas de expertos en sofá para quitarme la joroba de la espalda. ¡Y yo no tengo joroba!

Mi marido dice que ella baja a propósito la autoestima de los demás, porque de lo contrario no puede subir la suya, y yo no sé ni qué pensar. Bueno, incluso la correspondencia, pero para el cumpleaños de nuestro amigo común, ella le dio un libro impreso de consejos sobre el auto-cuidado. De mi autoría. Ya le habían regalado “publicaciones” similares a nuestra otra amiga, y a mí Mónica me insinuó que era la siguiente en la lista, porque se acercaba mi cumpleaños.

Miré estos consejos … Y todo está ahí para insinuar que sus amigas son gordas y feas. El primer consejo, por ejemplo, dice que hay que vigilar el peso y ni siquiera pensar en los dulces. Hay que dormir “lo suficiente”, pero no todo el día. Hacer un mínimo de ejercicio (se adjuntan enlaces a vídeos que, al parecer, hace). No comas carne, ¡porque es carne muerta! Consigue una buena salud mental evitando el estrés. Cómprate ropa con estilo. Córtate el pelo (el pelo largo te hace parecer mayor). Y el consejo principal: haz que los nietos en los lugares públicos te llamen “mamá”.

Mónica cree haber descubierto la gran filosofía de los cincuentones y sus consejos son de sentido común, y yo creo que mi marido y mi familia me quieren por lo que soy. Que comer dulces cuando me apetece de verdad, incluso en detrimento de la figura, está bien. Comer carne, por cierto, también. El estrés no siempre se puede evitar, por desgracia, porque todos somos humanos y estamos sujetos a él. La ropa debe ser, más que elegante, cómoda. Y el pelo, por supuesto. Y sobre los nietos… Llevo tanto tiempo esperando a que mi hija tenga a alguien y yo pueda hacer de canguro de sus hijos que me hace feliz escuchar el ansiado “abuela” en lugar de enseñar a los pequeños a mentir desde que eran bebés.

El consejo que me daría a mí misma y a otras mujeres de cincuenta años es que no hagas caso cuando te lo digan. Has vivido en este mundo el tiempo suficiente para decidir por ti misma cómo te ves y cómo no te ves.
 

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Una amiga intenta enseñarme cómo no parecer una abuela a los cincuenta y cinco años