Soy una mujer joven que trabajó durante mucho tiempo en el servicio de bienestar infantil. Solía visitar a familias desfavorecidas y observar las condiciones en que viven los niños, cómo les tratan sus padres y, si las cosas iban muy mal, elaboraba un informe y pasaba todos los documentos a otros trabajadores.
No me gustaba este trabajo, sentía pena por los niños, no entendía qué les había hecho el mundo, por qué su destino era tal. Las condiciones de vida, la actitud de los padres hacia sus hijos… Lo veía todo y era muy duro. Así que trabajaba día tras día, y cada uno de ellos era monótono, igual que mi vida personal.
Y un día tuve que ir a una dirección desconocida, quizá un nuevo reto. La madre del niño había muerto durante el parto, y el padre estaba criando solo a su hijo. La solicitud fue presentada por la abuela, la madre de la parturienta. Demuestra que no se puede confiar al joven el cuidado del niño. No saqué ninguna conclusión de inmediato. Decidí comprobarlo todo y me hice cargo del caso.
Me abrió la puerta un joven, era evidente que estaba muy cansado y confuso. Me enseñó su casa, todo estaba muy limpio, las cosas de los niños estaban en buen estado. El niño estaba ordenado, dormía en una cuna limpia. Me enseñó la leche de fórmula que le daba y compró un esterilizador. Era evidente que estaba muy preocupado.
Puedo decir enseguida que este joven se ganó mi corazón. No se confundió, no entregó el niño a las abuelas, él mismo cuida de su hijo, porque es de su sangre. Empezamos a hablar, y en el transcurso de la conversación me contó que su suegra no había aceptado la decisión de que el niño se quedara con su padre.
Le ayudé con el papeleo para que ni él ni su hijo volvieran a ser molestados por el servicio de tutela. Y así día a día nos fuimos acercando, me encariñé con el pequeño con todo mi corazón. Venían a buscarme al trabajo y salíamos a pasear. Y ahora llevamos 10 años casados y tenemos una hija juntos. Mi hijo me llama mamá. Mi marido ha establecido una relación con su suegra porque el niño debe tener una abuela.