– Pagas la factura de la luz porque gastas más.

Christina se casó nada más cumplir los 20 años. Su marido era mayor que ella, aunque la diferencia de edad no la avergonzaba. Se sentía como un muro de piedra detrás de Andrew. Sin embargo, hace poco se arrepintió de haber estado en contacto con él. Esta es la historia de sus labios.

Vivimos en un apartamento de dos habitaciones, que pertenece a su marido. Él gana un buen dinero, pero tiene que viajar a menudo por motivos de trabajo. Y yo tengo mi propio pequeño negocio. Además, también estudio por correspondencia. Naturalmente, y nadie canceló las tareas domésticas. Intento que la casa esté siempre limpia y preparada.

Mi marido paga los servicios públicos – no me meto en eso para nada. Pero últimamente se queja de que uso demasiada agua y luz. Verá, las facturas se están disparando por mi culpa. Al principio no le di importancia, pero luego sus quejas empezaron a molestarme.

– A partir de ahora, usted pagará la luz y el agua. Trabajo todo el tiempo, es más, a menudo estoy de guardia. Si gastas, pagas. El resto de las facturas las pago yo, y estas dos las pagas tú, querida Cristina. Si no pagas, te cortaré la luz y el agua.

– Qué gran familia tenemos. ¿Te has preguntado alguna vez por qué uso tanta luz y agua? Seguro que cocino, limpio, lavo la ropa, trabajo en el ordenador… De todas formas, ¿qué sentido tiene toda esta queja? ¿Se supone que debo ahorrar agua, sentarme en la oscuridad y lavar los platos en una palangana? ¿Estás loco?

Si no quieres pagar, no lo hagas. Pero tampoco lo haré. Puedo irme a vivir con mis padres y no contaré cuántas veces me he lavado las manos y cuántos kilovatios de luz he recibido. ¡Y tú cocinas, lavas y ahorras! Por cierto, tendrás que usar cosas que no sean frescas. ¿Te gustan las camisas limpias? ¡Pues pregunta cuánta luz y agua le da cuerda a la lavadora!

Después de esta respuesta, su marido no tuvo más quejas. ¿Había hecho Christine lo correcto o no?

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MagistrUm
– Pagas la factura de la luz porque gastas más.