Mi marido se alegró de que perdonara el engaño. Pero no sabía toda la verdad

Mucha gente dice que los hijos repiten el destino de sus padres. Mi abuela se divorció de su primer marido porque la engañó. Mi madre se divorció de mi padre cuando se enteró de su segunda familia. La hermana de mamá también se divorció de su marido por la infidelidad de éste.

Ansiaba romper este círculo vicioso, así que no tenía prisa por casarme. Incluso una relación seria me daba miedo. Normalmente salía con un chico nuevo durante un par de meses y luego me atormentaba a mí misma y a él con constantes arrebatos de celos. Por supuesto, la mayoría no lo soportaba y rompía con él.

Yo ya tenía 30 años y estaba desesperada por conocer a mi amor y casarme algún día. Mi amigo Max me escuchaba quejarse todos los días y un día me dijo: “¿Por qué buscas a alguien si la persona que te quiere está ahí mismo?”.

Me quedé desconcertada y no entendí muy bien el significado de esas palabras. Pero entonces Max se acercó bruscamente y me abrazó como nadie me había abrazado antes. Después de eso, hablamos mucho, y me dijo que hacía tiempo que estaba enamorado de mí, y que yo no me había dado cuenta. Empezamos a salir, y pronto nos casamos. No puedo decir que estuviera locamente enamorada de Max, pero estaba a gusto con él. Sin embargo, mis ataques de celos empezaron a hacerse sentir. Tenía miedo de ahuyentar a mi marido y tomé una medida desesperada.

Fuimos con mis amigas a un club. Quería salir de fiesta y bailar mucho, para sacar mis emociones. Pero entonces vi a un hombre encantador y mis ojos se nublaron con los cócteles. No recuerdo cómo sucedió, pero pasé esa noche en el apartamento de este apuesto desconocido. Por la mañana, antes de que se despertara, corrí a casa de mi marido. Max creía que había salido demasiado con mis amigas. Y lo peor estaba por llegar. Me quedé embarazada. Y estoy bastante segura de que era el bebé de un extraño.

Pero mi marido creía que nos había fallado la protección y se alegró de la noticia del embarazo. Tuvimos un hijo y, cuando creció, era la viva imagen de aquel hombre tan guapo del club. Le dije a mi marido que mi hijo se parecía a mi tío abuelo, pero de todos modos Max no tenía dudas sobre su paternidad.

Pasaron cinco años felices. Nuestro niño creció sano y hermoso, y no pensé en absoluto en su infidelidad. Pero entonces, como un rayo salido de la nada, mi marido me sorprendió con su traición. Max estaba de rodillas, llorando como un niño, diciendo que se había emborrachado en la fiesta de cumpleaños de un amigo y que no recordaba cómo había acabado en la cama con una chica.

Lo sorprendente fue que no me molesté ni me enfadé. Simplemente seguí adelante y perdoné a Max. Él estaba muy contento y agradecido por mi amabilidad y comprensión. Pero no tenía ni idea de que yo también le había engañado. “1 a 1”, pensé, y quizás ese no era el resultado final.

Rate article
MagistrUm
Mi marido se alegró de que perdonara el engaño. Pero no sabía toda la verdad