Laura escucha a menudo a sus amigas decirle lo afortunada que es por tener una suegra tan atenta. La mujer realmente intenta ayudar a la joven pareja y, en el futuro, cuando tengan un hijo, su apoyo será aún más valioso.
Hace cinco años, Laura se casó con Alejandro y, durante el primer año, vivieron en el apartamento de su madre en Madrid. Ese período no fue una pesadilla: su suegra la recibió con calidez, no hubo grandes conflictos y compartían las tareas domésticas. Sin embargo, a la pareja joven le faltaba completamente privacidad. La suegra podía entrar en su habitación en cualquier momento sin previo aviso, reorganizar sus cosas a su gusto y luego reprocharle a Laura que no mantenía suficiente orden.
Cuando finalmente compraron su propia casa en Barcelona y se mudaron, su vida se volvió mucho más tranquila. Las visitas de la madre de Alejandro estaban planificadas y limitadas a los fines de semana.
Pero esa tranquilidad solo duró un año. Un día, la madre de Alejandro anunció que quería mudarse más cerca: había un bonito apartamento en venta en su barrio y quería estar cerca para ayudar a la familia. Laura y Alejandro no estaban entusiasmados con la idea, pero aun así ayudaron con la compra y la mudanza.
Desde ese momento, su vida tranquila llegó a su fin. Su suegra pidió una copia de las llaves de su casa y ahora llega cuando quiere, sin siquiera avisar. Laura vuelve del trabajo y encuentra a su suegra cocinando la cena en su cocina. Además, está convencida de que es su deber “enseñar” a la joven pareja cómo gestionar correctamente el hogar, por supuesto, con la excusa del cuidado y el apoyo.
Pero lo más molesto es la total falta de privacidad. La suegra entra en su dormitorio sin permiso, lava la ropa interior de Laura e incluso los despierta los fines de semana a las siete de la mañana con un plato de panqueques recién hechos, porque, obviamente, los panqueques fríos no son tan sabrosos.
Alejandro no ve ningún problema en esto: está contento de que su madre esté cerca y los ayude. Pero Laura cada vez siente más que los límites de su vida familiar comienzan a desaparecer.
¿Cómo puede explicarle a su suegra, con amabilidad pero con firmeza, que su intromisión en su vida debe tener límites? ¿Cómo puede hacerle entender que es una invitada bienvenida, pero sigue siendo solo una invitada, y debe comportarse en consecuencia?