“En tu vejez, no alquiles una residencia”

Toda nuestra vida, mi marido y yo hemos vivido por el bien de nuestros hijos, por el bien de nuestros descendientes, y cuando tuvimos nietos, nuestro amor por ellos se hizo aún mayor. Es cierto que el amor por los nietos es completamente distinto. Los mimas, no te enfadas y los quieres con locura. Mi marido y yo pagamos la educación de los tres nietos.

Teníamos un gran huerto, cultivábamos verduras: cebollas y patatas y las vendíamos en el mercado. Dábamos todo el dinero que ganábamos a nuestros hijos. Siempre enviaba verduras, leche y huevos a todos los habitantes del pueblo. Ayudaba con todo lo que teníamos. A veces no guardaba leche para ella, se la daba a los niños. Porque mi abuelo y yo no necesitábamos mucha. Y cuando nuestros nietos vienen de visita, siempre les damos dinero y les damos dinero en vez de regalos para las fiestas. No podemos comprarles un jersey bonito, así que tienen que comprarse algo ellos mismos. Ellos saben mejor lo que necesitan y lo que les gusta.

En verano, todos iban a la playa a relajarse, pero mi abuelo y yo entendemos que queremos ir a una cafetería e invitar a nuestra novia a un helado. Así que les damos dinero para las vacaciones. Los niños nos regañan, dicen que malcriamos a nuestros nietos, que no está bien. Pero nos reímos y decimos:“Es una pena que no podamos veros“.

Mi nieto mayor se va a casar, y mi abuelo y mi hijo hablaron, y mi hijo dijo que no tienen suficiente dinero para comprar un apartamento. Así que decidimos añadir la cantidad necesaria y que nuestro nieto tenga un bonito regalo de boda. ¿Quién si no nosotros vamos a ayudar a los niños?

Mi nieto menor nos pidió que comerciáramos con él en el mercado, necesita dinero, quiere ir a Montenegro con sus amigos en verano. Sus padres le dijeron que necesitaba ganar dinero. Así que recurrió a nosotros. Es un buen chico, no rehúye el trabajo. Cava patatas, las clasifica, carga sacos. Luego se pone con nosotros en el mercado.

Por supuesto, le damos más de lo acordado. Porque, ¿quién si no nosotros vamos a ayudar a los niños?
En vacaciones, siempre nos reunimos en nuestro patio. Y mi marido levantó una copa y dijo: “He vivido una vida feliz con mi mujer. Porque os tengo a todos vosotros Siempre os ayudaré y nunca os ofenderé. Solo os pido que no nos metáis en una residencia en nuestra vejez. Por muy duro que sea para ti vivir con nosotros, algún día se acabará”. Tanto mis hijos como mis nietos prometieron no hacerlo, y les creemos.

Y los nietos se ríen y dicen que seguro que traerán un vaso de agua. Pero el abuelo pide una cerveza fría en vez de agua.
¿Cuidas de tus parientes ancianos?

Rate article
MagistrUm
“En tu vejez, no alquiles una residencia”