Anna y yo llevamos mucho tiempo casados oficialmente, pero aún no tenemos hijos. Hace poco me dio una buena noticia: estaba embarazada. Me alegré mucho, llevaba mucho tiempo esperando un bebé.
No puedo describir con palabras lo que pasaba por mi cabeza. Tenía tantos pensamientos. Pensaba en todo. ¿Qué nombre le pondremos? ¿De qué sexo sería? Estaba impaciente por verlo, aunque sabía que quedaba poco tiempo.
Pero después del anuncio del embarazo, Anna me dijo que no quería tener un hijo. Su carrera era importante para ella. Anna comprendió que si decidía dejar su trabajo, lo perdería para siempre.
Tuve que convencerla de alguna manera para que cambiara de opinión. Llevábamos mucho tiempo sin poder concebir y entonces se quedó embarazada por accidente. Es como un regalo del destino. No sé si tendremos otra oportunidad como esta De repente, ya no podremos ser padres, y esta es la última oportunidad.
Por supuesto, entiendo a mi mujer. Tanto ella como yo tenemos trabajo. Ella hace lo que le gusta y sueña con ascender. Pero ya no somos jóvenes y pronto no podremos tener hijos.
Aun así, la convencí. Con el tiempo, Anna empezó a cansarse mucho. Pero a pesar del dolor y otros problemas, iba a trabajar. Yo no podía influir de ninguna manera. ¿Qué podía hacer? ¿Privarla de su última alegría?
Al fin y al cabo, cuando va a trabajar, está radiante y sus ojos brillan con luz propia. No podía prohibírselo.
Si al principio veía sus acciones con una sonrisa, al final del embarazo me volví recelosa. Tenía miedo por ella. Pero me preocupaba aún más nuestro bebé.
Pronto, Anna ya no pudo ir a trabajar, su fecha de parto estaba demasiado avanzada. Decidimos que necesitaba descansar. Mi mujer aceptó mi propuesta.
Al principio, se mostró caprichosa y se negó durante mucho tiempo. Anna afirmaba que estaba llena de fuerza, que podía mover montañas si fuera necesario. Pero yo veía lo débil que era. Por eso insistí.
El parto fue duro, pero más duro aún fue recuperarse. Durante este tiempo, intenté no molestarla con nimiedades ni cumplir ninguna exigencia.
Pero después de nacer el bebé, nos distanciamos. Pronto Anna me trajo una petición de divorcio. Tuve que firmarla porque ella lo quería. Y tienes que cumplir los deseos de tus seres queridos, sean cuales sean.
El niño se quedó conmigo y mi mujer quedó libre. Pronto volvió a su trabajo favorito.