Tengo una amiga que se llama Gabriela. Sucedió que ella y su marido no pudieron tener un hijo durante mucho tiempo. Ambos parecían estar sanos, pero en nueve años de matrimonio, Gabriela nunca había conseguido quedarse embarazada. Pensaron en la fecundación in vitro, pero Gabriela convenció a su marido para adoptar un niño. Dijo que quizá Dios no le daría un hijo hasta que lo sacáramos del orfanato.
Su marido siempre me pareció extraño, era imposible entender lo que pensaba. Siempre estaba callado y sombrío, pero él y Gabriela tenían una buena vida, que es lo más importante.
Igor accedió a la persuasión de su mujer y empezamos a buscar un bebé. Sí, fuimos Gabriela y yo. Su marido le dijo que eligiera ella al bebé, pero Gabriela no se decidía: este era bueno, aquel, y el tercero… Ya entonces debí sospechar que algo iba mal en la reacción de Igor.
“Gabriela eligió a un niño de la base de datos durante mucho tiempo, consultándome constantemente. ¿Y yo qué? Es un niño, no unos zapatos, ¿cómo puedo aconsejar?
En fin, al cabo de un tiempo, la elección estaba hecha. Tras conocer a Valeria, de dos años, empezamos a reunir todos los documentos necesarios para la adopción. Pronto Valeria estaba en su nuevo hogar.
Tres meses después, Gabriela se quedó de piedra con la noticia… ¡Estaba embarazada de tres semanas! Su amiga estaba encantada. Su marido también. Pero…
Igor dijo que, como iban a tener su propio hijo, eso significaba que Valeria tenía que volver al internado, y le dio un ultimátum a Gabriela: o él o Valeria. Sin dudarlo, mi amiga hizo las maletas y se vino a vivir conmigo. Ella y su hija se quedaron conmigo una semana y luego volvieron a casa, pensando que Igor se había calmado y tranquilizado.
Pero el hombre insistió categóricamente en devolver a Valeria. Cuando Gabriela volvió a decir que no le devolvería a su hija, el hombre hizo las maletas y se marchó.
Tras el nacimiento de su hijo, Gabriela presentó una demanda de divorcio, división de bienes y pensión alimenticia. Por dos hijos, porque Valeria era oficialmente hija de Igor.
Sorprendentemente, el marido no compartió el piso con su mujer y se lo dejó todo a Gabriela y a los niños. Ve a su hijo, pero no considera a Valeria su hija.
